El filo de la tradición
Cada cuchillo canario que fabrica Francisco Torres supone una pieza única y una muestra de la profunda tradición artesana de Gran Canaria.
Cada cuchillo canario cuenta una historia. Y algunas cortan la respiración con su filo de acero. Rafael Torres Osorio, vecino de Santa María de Guía, en Gran Canaria, se labró merecida fama como artesano cuchillero. Su hijo, Francisco Torres Rodríguez, sostiene con delicadeza un cuchillo capaz incluso de rasgar las costuras del tiempo. “Es el último que diseñó mi padre, en 1992”, revela mientras un brillo de emoción y orgullo se le asoma a la mirada. La empuñadura, una réplica hecha por él, es pura orfebrería a base de cuerno, oro, plata, saber y paciencia.
Francisco creció viendo a su padre crear cuchillos canarios en el mismo taller donde hoy lo hace él. “Mi padre lo tenía todo en la cabeza. Yo de cuando en cuando los dibujo en papel, pero cuando te pones a hacerlos muchas veces cambias sobre la marcha”, explica. Así es como ha fabricado ya, en 41 años de profesión, alrededor de cinco mil unidades de tantos tipos como recovecos han tenido su imaginación y su capacidad para mezclar diseños propios con los heredados de su padre y la más afilada tradición insular.
Un cuchillo de Francisco Torres Rodríguez es siempre único y quien lo adquiere puede presumir de contar con una pieza exclusiva certificada por el sello de la FEDAC del Cabildo de Gran Canaria y propia de una isla con una fuerte identidad. Francisco posee de hecho el carnet número 23 de la lista oficial de artesanos de la isla.
Sin embargo, su verdadera rúbrica hay que buscarla en la base de la empuñadura, en lo que los cuchilleros llaman el ‘escolchón’, bajo el casquillo, el cabo y el remache. Sólo ahí se encontrará la personal firma de artesano cuchillero de Francisco, en su caso una triple raya horizontal, una trama de seis líneas cruzadas y, finalmente, una equis. Tres marcas que garantizan autenticidad y un trabajo laborioso, creativo y que permite empuñar el rico patrimonio etnográfico de Gran Canaria.
Si ve estos símbolos, no hay duda: ese cuchillo tomó forma durante un par de semanas de trabajo en el taller de Francisco Torres, el mismo que usó su padre, un local con un laminador de metales en el centro, un yunque, mesas de superficie desgastada por las horas de trabajo empleadas para lograr el cuchillo canario perfecto, una vitrina donde se exponen diversos modelos y una pequeña ventana por la que se cuela la luz -a veces de oro y otras de plata- del norte insular.
Las paredes también hablan y relatan sobre todo alegrías, premios, reconocimientos y días felices y extraordinarios. En un rincón, una fotografía inmortaliza el día en el que los Reyes de España recibieron un cuchillo acuñado por don Rafael. También lucen en el cuarto fotografías de jugadores míticos de la Unión Deportiva las Palmas o la Medalla de Oro de la Ciudad de Santa María de Guía concedida a Francisco.
Llevar a buen término un cuchillo canario como mandan los cánones exige emplear su buen par de semanas de trabajo, dejándose la vista, empleando la imaginación a fondo, incrustando materiales e ideas que van y vienen. Tampoco es sencillo conseguir materias primas básicas como los cuernos de carnero, de macho cabrío, de vaca o de toro. Por fortuna, dice Francisco, “el trabajo se está valorando un poco más”, o esa es al menos la impresión que tiene el artesano número 23.
Los cuchillos canarios como los que hacía Rafael o los que fabrica hoy en día su hijo Francisco han servido para agasajar a monarcas, a presidentes, para uso doméstico, para partir los afamados quesos de flor o de media flor de Guía, para el trabajo en las fincas de plataneras, como adorno, para ampliar colecciones privadas o para que los pastores de las medianías y las cumbres de Gran Canaria puedan cortar y trocear las duras hojas de pitera para ofrecérselas como alimento a las ovejas. De hecho, una de las pocas cosas que no pueden cortar estos cuchillos es su vinculación con las esencias y la historia de Gran Canaria.
Es hora de irse. Francisco se queda de nuevo solo ante la mesa, con sus herramientas, su ingenio, su pericia y unos pequeños trozos de cuerno en forma de cilindro. Otro cuchillo viene de camino.