Gran Canaria, la isla de los 80.000 castañeros
Gran Canaria cosecha castañas hasta mediados de diciembre y es posible disfrutar de su sabor otoñal tras volver de la playa.
Posee la forma de un pequeño corazón. No es de extrañar por lo tanto que se la considere el mismísimo espíritu del otoño. Con un matiz muy especial en el caso de Gran Canaria. En otras latitudes, la castaña anuncia la llegada del frío, con relatos que hablan de familias recogidas alrededor del fuego mientras fuera el mundo se hiela y aúllan los lobos. Descuida. No hay lobos en Gran Canaria. Además, aquí podrás disfrutar de su sabor otoñal tras regresar de la playa y encontrarte con un puesto de venta donde manos diestras las asan en un brasero.
Las gentes del campo no hablan de castaños. Lo hacen de castañeros. Según las cuentas del Cabildo de Gran Canaria, existen cerca de 80.000 ejemplares distribuidos a lo largo y ancho de la Isla, formando una gran familia arbolada asentada sobre todo en los municipios de Teror, San Mateo, Valleseco, Firgas, Moya, Valsequillo, Tejeda y Artenara. Les gusta vivir entre los 800 y los 1.300 metros de altura. Las castañas de Gran Canaria nacen en las alturas y en el interior de cada una de ellas encontramos una dosis concentrada del paisaje insular.
Una parte importante de los castañeros crecen en fincas privadas, pero es posible contemplarlos de cerca en los márgenes de muchos caminos de interior y en espacios públicos como la Finca de Osorio (se puede visitar solicitando cita previa), en Teror, o la Laguna de Valleseco (el uso de las instalaciones requiere solicitud previa), oasis naturales donde perderse entre la arboleda. Muchos de los castañeros de estas zonas superan el siglo de antigüedad. Sus frutos son también el fruto del tiempo.
La castaña se cosecha en Gran Canaria desde mediados de octubre y hasta bien entrado diciembre. Por lo tanto, tiene un pie en el otoño y otro en el verano. Este fruto seco toma forma bajo un abrigo de espinas que esconde no obstante una promesa de silvestre dulzura. Varias recetas de la gastronomía local la toman como base, en especial para el relleno de determinadas aves de caza y sobre todo para la elaboración de tartas y mermeladas.
Los castañeros llegaron hace siglos a la Isla, con los colonizadores portugueses y castellanos. Como le sucede a todo el mundo, no tardaron en aclimatarse y encontrar aquí su hogar. Conejos, perdices, setas y plantas autóctonas también buscan el sustento y el cobijo de los peculiares castañeros del Atlántico, aquí, en Gran Canaria, donde el paso de las estaciones se atisba en los matices.
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