Roque Nublo, más allá de tu imaginación
El Roque Nublo, maravilla geológica y emblema de Gran Canaria, te invita a tocar el cielo junto a él.
La ascensión había dado sus primeros pasos en tu imaginación. Pero ahora estás aquí de verdad, respirando un aire puro de montaña que arrastra los aromas del pinar, de los alhelíes, los tajinastes, los castaños y la retama. Miras hacia lo alto y entonces lo ves. Sientes que te invita a subir hasta su base y tocar el cielo junto a él. Es el Roque Nublo, un orgulloso hijo del volcán y uno de los monolitos de piedra más impactantes del mundo. Y hoy vas a visitarle en su guarida a más de 1.800 metros de altura.
Echas a andar por un sendero claramente marcado que parte del mirador de La Goleta, que regala para empezar una extraordinaria visión del barranco de La Culata, en la cabecera de la impresionante cuenca de Tejeda. La meta final se encuentra a menos de dos kilómetros de una subida constante pero llevadera que concluye al pie de uno de los emblemas de Gran Canaria. Poetas, músicos y pintores se habían rendido ante el Roque Nublo antes de la llegada de los teléfonos inteligentes y de los ‘selfies’. Y poco a poco, paso a paso, vas a entender el porqué.
El sol se filtra entre las tupidas ramas de los pinos canarios. En lo alto distingues la figura de un cernícalo, un pequeño halcón abundante en este espacio natural protegido. Está clavado en el aire, como una palabra escrita sobre el lienzo azul del cielo, escaneando el territorio en busca de una presa. La naturaleza de la Isla se destapa ante las miradas que muestran curiosidad y respeto.
La naturaleza de Gran Canaria también juega a ser artista. En realidad, estas obras de arte insertadas en el paisaje son obra del corazón volcánico de la Isla y están datadas hace millones de años, con una etapa eruptiva que dejó tras ella pitones basálticos esculpidos por la erosión. El Roque Nublo, con sus ochenta metros de altura, es el eco petrificado de aquella sinfonía de fuego.
Pero no es el único… Lo vas a comprobar bien pronto en el camino. A tu izquierda verás como se levanta una formación de piedra que parece rematada por la capucha de un monje. Esto explica que reciba el nombre de Roque del Fraile, que mira de frente al Roque Nublo, del que cada vez estás más cerca.
Ahora el sendero discurre por escalones practicados sobre la roca. Compruebas cómo desaparecen los pinares y las plantas para ceder todo el protagonismo a un escenario lunar. Es la antesala del Tablón del Nublo, una rectangular llanura pétrea al final de la cual se aposentan como templos de un imaginario reino desaparecido el Roque Nublo y su escudero, el Roque de La Rana.
En este punto podrás ponerte en la piel de los halcones y comprender qué se siente al contemplarlo todo desde las alturas. Te lo habían explicado antes personas que habían estado antes que tú. Lo habías leído. Pero realmente hay que subir hasta aquí para dimensionar la magnitud de la experiencia. El Tablón opera como un mirador panorámico que resume la Isla. En este retablo aparecen las salpicaduras blancas de las casas de Artenara y de Acusa, el brochazo celeste del océano, las manchas azules de las presas o el matiz dorado de las dunas de Maspalomas.
La vista se ha saciado. Ahora es el momento del tacto. Te acercas hasta el Roque Nublo y tocas con tu mano la base de la piedra para saludar al gigante, ahora que ya sabes que su verdadera grandeza va mucho, mucho más allá de su altura y que todo lo que habías imaginado sobre él se había quedado corto.
Datos prácticos:
-Ruta ida y vuelta: 3,2 kilómetros.
-Punto partida: Mirador de La Goleta: GC-600, kilómetro 11,300, en la carretera entre Llanos de la Pez y Ayacata.
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