Observación astronómica desde Gran Canaria
Gran Canaria es un mirador excepcional para la observación astronómica. Las fotografías de la Vía Láctea desde la isla son un ejemplo.
Esta historia tiene varios protagonistas. También dos escenarios situados a distancias siderales el uno el otro. Y se desarrolla además en momentos muy distintos. Pero, finalmente, las piezas coinciden de manera casi mágica en una insignificante fracción de tiempo. Los elementos se engarzan en el mecanismo interno de un mismo relato que deja constancia de la condición de Gran Canaria como ventana hacia el Universo gracias a sus excelentes condiciones para la observación astronómica.
El primero de los protagonistas acaba de llegar a su puesto de observación. En su mirada brilla un propósito. Sobre él lo hacen los astros en la bóveda celeste que envuelve a la isla. Despliega el equipo: el trípode, la cámara, el termo con el café y algo de comida. Un pequeño tentempié, aunque el verdadero festín se extiende en las alturas. El propósito de hoy es fotografiar la Vía Láctea. Ha elegido una noche clara y sin luna. Aquí abajo, en la Tierra, en Gran Canaria, en un rincón de la isla donde reina la oscuridad, todo está preparado.
La Vía Lactea, con sus centenares de miles de millones de estrellas, resulta casi inabarcable para la mente humana. Nos queda el consuelo de disfrutar de la belleza de esta galaxia espiral que se levanta en arco en la bóveda celeste para mostrarnos una pincelada de firmamento especialmente visible de febrero a octubre y que ocupa en verano la mitad del cielo nocturno. Gran Canaria ofrece miradores excepcionales volcados al sureste para contemplar un espectáculo de entrada gratuita y visible durante varias horas.
El fotógrafo permanece en guardia. El cazador de estrellas atisba cómo emerge el arco y enfoca al punto donde flota la neblina galáctica que ocasiona el amasijo estelar de la Vía Láctea. Su intensidad es más intensa en el llamado Centro Galáctico, donde habita la constelación de Sagitario. En este momento experimenta lo que sentiría cualquiera en su lugar: que existe un pasadizo secreto que conecta a Gran Canaria con el firmamento.
Mira el reloj en un gesto rápido, casi inconsciente, para ubicarse en las coordenadas terrestres. Sin embargo, la luz que le convoca procede en realidad de otro tiempo y llega hasta nosotros tras recorrer un viaje de miles de años luz -los que nos separan del centelleante corazón de la Vía Láctea- para ser retratada a través de una exposición fotográfica que dura segundos.
El sonido tenue del interruptor de la cámara apenas quiebra la calma de la plácida noche. Antes de que acabe la noche la memoria de la cámara contendrá múltiples tomas del polvo de estrellas tras su viaje por el tiempo y el espacio. La práctica de la observación astronómica se puede llevar a cabo en cualquier época del año aprovechando el benigno clima de Gran Canaria, una puerta que se abre para dejar entrar al infinito una noche tras otra, razón por la cual la isla a aspira a ser declarada Reserva Starlight de la Unesco.
Las estrellas que aparecen en la imagen están hechas de helio e hidrógeno que combustionan junto a otros elementos químicos. En la Tierra, en Gran Canaria, su fulgor lejano provoca emoción, el material del que estamos hechos nosotros.
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