7 ideas para la Navidad en Gran Canaria
Vivir unas Navidades en Gran Canaria ofrece la oportunidad de vivir experiencias impensables en cualquier otra latitud.
1. ¿Un plan impensable?
La Navidad de Gran Canaria es igual y es distinta. Es igual porque aquí, como en cualquier otro lado, genera todo tipo de emociones y sentimientos. Pero también es muy distinta porque el termómetro marca una temperatura superior a la de cualquier otro lugar de Europa por estas fechas, cuando un aliento frío recorre el continente como un lobo blanco a la carrera. Precisamente por eso aquí resulta posible organizar planes impensables en cualquier otro lugar. Por ejemplo, dedicar la mañana del último día del año a refrescar los buenos propósitos con un baño en la playa. O también, si se prefiere, alquilar una piragua o una tabla de paddle surf y surcar a la vez las aguas y los últimos instantes de un año o los primeros de otro. La decisión es personal. Las posibilidades, tan amplias como un océano.
2. El cielo de la Estrella de la Navidad
Existe un lugar donde parece que no hay una sola estrella de Navidad en el firmamento, sino millones de ellas. Los cielos de la cumbre de Gran Canaria, con miradores tan extraordinarios como los que ofrecen Tejeda o Artenara, grabarán en la memoria un recuerdo indeleble. Se pueden dar muchos consejos, pero uno de los más acertados es dejar que el tiempo discurra con su habitual calma en las alturas de la isla, allí donde se dan la mano el cielo y la tierra, y aguardar por el atardecer con un café y con los turrones y dulces de almendra propios de la zona. De pronto, el azul del cielo se transformará en un lienzo que cambiará de color cada pocos segundos antes de que se encienda la noche más perfecta de la Navidad. Y todo ello en el ámbito de una Reserva Starlight por la calidad de sus cielos para la observación astronómica y, además, en el entorno del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, declarado Patrimonio Mundial por parte de la Unesco por sus valores arqueológicos, naturales y etnográficos.
3. Un alma y dos corazones
Las bombillas que iluminan las calles de Las Palmas de Gran Canaria durante la Navidad brillan en realidad menos que el espíritu amable y festivo de una ciudad que es un regalo para los sentidos. Además, en estas fechas la zona comercial de Triana se viste con su mejor traje de gala y recibe con los brazos y las puertas abiertas de par en par, orgullosa de ser una ciudad atlántica donde se mezclan Europa y América, aunque distinguida con un carácter único. Las navidades invitan a perderse en este río de arterias comerciales que parten y regresan de la calle Triana envueltas en ese particular ambiente donde se fusionan el aire de cualquier ciudad europea y el particular sello local. El alma cosmopolita de Las Palmas de Gran Canaria habita en sus rincones y se prolonga hacia otro de sus corazones, el barrio histórico de Vegueta, cuyos adoquines despiden el eco de más de quinientas navidades. Las dos torres de la Catedral de Santa Ana marcan el camino e invitan a acercarse al barrio fundacional. No tiene pérdida, igual que también es muy fácil llegar al resto de áreas y centros comerciales de la ciudad y del conjunto de la isla.
4. Una huella sobre el territorio volcánico
En otras latitudes, las huellas quedan atrás sobre la nieve o en pavimentos cubiertos de hielo, o humedecidos por una lluvia casi incesante. Aquí, en cambio, cabe la posibilidad de perderse por territorios donde el sol es tan puntual a su cita como una Misa del Gallo, como ocurre en la comarca sureste de Gran Canaria. Cualquiera de las rutas por los imponentes barrancos de esta zona de la isla de origen volcánico brindan una experiencia inolvidable en plena Navidad. Una de ellas, por ejemplo, conduce del casco de Santa Lucía a La Fortaleza, pasando por la presa del mismo nombre. Eso sí, si se prefiere, y gracias a la enorme variedad de paisajes y microclimas de Gran Canaria, puede elegir entre múltiples senderos, algunos de los cuales atraviesan amplias extensiones de pinares e incluso de laurisilva, un hábitat subtropical donde sería fácil imaginar a un grupo de extraños duendes atlánticos.
5. Así suena la Navidad
Gran Canaria y en especial su capital, Las Palmas de Gran Canaria, posee un gen musical que la sitúa a la altura de otros lugares de Europa y del mundo considerados sitios de referencia para cualquier melómano. Por eso merece la pena sumergirse en la cartelera que ofrecen durante estos días el Auditorio Alfredo Kraus, cuyo nombre rinde homenaje al tenor grancanario considerado como una de las grandes voces líricas del siglo XX, así como en la de otros espacios escénicos. No sería posible un árbol de Navidad sin decoración. Tampoco lo sería una Navidad en Gran Canaria sin música. Aquí, la Navidad suena. Y muy bien. Este gran eco sonoro y en general cultural de la isla se puede oír y rastrear en la siempre sugerente agenda insular.
6. Respirar el aroma de los siglos
La Navidad de Gran Canaria camina también por los cascos históricos de pueblos y ciudades interiores o felizmente varados en la costa que llevan consigo siglos de tradiciones, historias y vivencias. En ellos, el devenir de sus gentes ha dado lugar a bellos edificios civiles y religiosos o a mercados donde se ponen al alcance de la mano el resultado final del desvelo de agricultores, artesanos y ganaderos. Las campanadas de las iglesias marcan el transcurso de las horas en unos lugares donde se respira el aroma de los siglos.
7. Sin papel de regalo
Recuerde que Gran Canaria no es un escenario. Y aquí radica precisamente uno de sus grandes atractivos, también en Navidad. Cualquier ruta, cualquier escapada urbana o cualquier espectáculo es el reflejo de una isla viva y auténtica. Por eso resulta aconsejable dejarse llevar, observar, envolverse en un ritmo de vida que incita a sentir y a relacionarse de otro modo, menos precipitado y presuroso. Aunque todo esto no venga envuelto en papel de colores, se trata precisamente de uno de los mayores regalos de estas navidades distintas y templadas.
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