El Charco, el espejo de Gran Canaria
La fiesta del Charco de La Aldea es una de las manifestaciones populares más ancestrales de Gran Canaria.
La tradición tiene nombre y apellidos en La Aldea de San Nicolás, uno de los parajes más extraordinarios de Gran Canaria. Carmen González entró al mundo hace ahora setenta y nueve años en lo que era un pequeño pueblo situado en el valle que discurre entre imponentes catedrales de piedra. “Para mí, éste es el mejor lugar del mundo”, sentencia. Pero mucho antes que ella y que todos los habitantes de la zona emergió El Roque, un símbolo natural del lugar hijo de la erosión y del retroceso de los acantilados que ha sido testigo del transcurrir de catorce millones de años.
Ya hay cosas que no cambian con el tiempo en La Aldea. Una de ellas tiene lugar cada 11 de septiembre a las cinco de la tarde, cuando un volador rompe el silencio y da la salida a una de las manifestaciones populares más multitudinarias y ancestrales de Gran Canaria: la fiesta del Charco. Esta laguna es al mismo tiempo un símbolo natural y una seña de identidad.
Bien lo sabe -y así nos lo cuenta- Carmen González, que guarda en su memoria los primeros recuerdos del evento, cuando su madre preparaba uvas, pan y queso para toda la familia. En la película que proyectan las palabras de Carmen al rememorar cómo eran la fiesta del Charco en aquella época, cuando ella ni había alcanzado la década, vemos a las gentes saliendo de sus casas con las bolsas y los cestos de comida, uniéndose a las parrandas que bajaban rumbo a la costa, marcando el ritmo y la dirección de la masa, el estallido en el aire de las cinco de la tarde y, finalmente, a hombres y mujeres que se adentran en el humedal para revivir una tradición que tiene su origen en los antiguos pobladores de la isla, antes de la conquista española. El Charco es también un espejo que refleja la historia de Gran Canaria.
Según explican desde la Oficina de Turismo de La Aldea, “esta gran fiesta se originó desde hace siglos a partir de una técnica de pesca aborigen que se conoce como ‘embarbascada’, consistente en aturdir con el látex de tabaibas (Euphorbia balsamifera y Euphorbia obtusifolia) y del cardón (Euphorbia canariensis) a los peces que se encontraban en los charcos del litoral para capturarlos con las manos sin ningún tipo de dificultad. Una tradición de pesca colectiva que se transformó después del siglo XVII en número festivo dentro de las Fiestas Patronales de San Nicolás de Tolentino y que en un principio se le denominó Fiesta del Charco o Fiesta de la Embarbascada”.
Dice Carmen que el aire de La Aldea “te llena de paz y tranquilidad”. Otro motivo más para descubrir un municipio sorprendente y repleto de posibilidades para cualquiera que quiera disfrutar de la naturaleza y de las expresiones de una tradición que sigue viva. Una opción es dar un paseo por el Parque Rubén Díaz, a escasos metros de El Charco y de un océano donde brillan los azules y los jades. Este espacio discurre entre un bosquecillo de pinos, palmeras y plantas endémicas y cuanta con mesa y asientos que invitan al visitante a reposar y realizar un picnic en un ambiente donde se fusionan la tierra y el mar.
Las riquezas de este litoral se dan a conocer en el Centro de Visitantes de la Micro Área Marina ‘El Roque’, situado en el antiguo almacén de empaquetado de tomates, cuyo cultivo fue introducido en La Aldea en 1897 por el comerciante alemán Ernesto Carlos Jaacks. Nuestra Carmen trabajó desde los catorce años en otro de los almacenes que proliferaron en el valle.
El Centro de Visitantes de la Micro Área Marina ‘El Roque’ pone a la vista las maravillas de la flora y la fauna de la zona a través de vídeos y paneles informativos. La visita es gratuita y las instalaciones, que cuentan también con un punto de Información Turística, permanecen abiertas de lunes a viernes entre las 10.30 y las 14.30 horas. Por lo demás, La Aldea permanece abierta las veinticuatro horas del día, de sol a sol y de luna a luna y siempre con El Charco, El Roque y la gente de toda la vida como testigos directos de esta gran escultura humana y geológica.