El sabor de Gran Canaria está a tu alcance
La compra de productos de kilómetro cero son una apuesta por un modo de vida, la conservación del paisaje, la salud y la sostenibilidad.
Las raíces del futuro se encuentran a veces en el pasado. Lo saben bien las personas que se levantan cada mañana en las medianías y cumbres de Gran Canaria para cuidar sus tierras de cultivo. También aquellas que miman al ganado para que la leche y los quesos tengan el sabor inconfundible de la cercanía, es decir, de lo que surge del paisaje que nos rodea.
Es algo que consiguen, incluso sin que se lo propongan, los marineros que dejan atrás los muelles de Arguineguín o de Agaete, con las luces del alba para regresar al cabo de unas horas con pescados, que entregarán en el plato la profundidad del océano y la intensidad de los alimentos y que encajan en el concepto del kilómetro cero o de proximidad.
Apostar por productos de kilómetro cero supone reducir las emisiones de dióxido de carbono que conlleva su transporte desde otros territorios. Asimismo, se trata de alimentos más frescos, saludables y sabrosos, ajenos a los intensos procesos de conservación o refrigeración que requieren aquellos que proceden de puntos situados a más de cien kilómetros, aunque muchas veces se trata en realidad de miles de kilómetros.
Además, las condiciones climáticas de Gran Canaria permiten contar con producciones continuas durante todo el año. Por lo tanto, la isla es un lugar idóneo para que la sostenibilidad deje de ser una aspiración y se convierta en algo tan sólido y real como el Roque Nublo.
La filosofía del kilómetro cero tiene tantos beneficios para el consumidor como para el territorio. Adquirir las producciones locales supone el mejor impulso a la economía y el empleo locales, y es también la vía más efectiva para conservar la biodiversidad y un modo de vida rural y marinero que forma parte de la esencia de Gran Canaria. Sin olvidar que el mantenimiento en explotación de las fincas agrícolas contribuye a la creación de un paisaje mosaico, que actúa como cortafuegos natural frente a los incendios forestales.
Por eso cada terreno con vida, cada ganado de ovejas trashumantes, cada apicultor y cada hombre o mujer al pie de una vid son una luz frente a las sombras del abandono de un estilo de vida, que es crucial para luchar a escala local contra el cambio climático global.
Para cuidarse y cuidar el medio ambiente basta con acercarse a los mercados, mercadillos y tiendas de pueblo. Esta alternativa tiene la sustancial ventaja de entrar en contacto directo y conversar con las y los productores locales. También se pueden buscar en los supermercados productos identificados con etiquetas que verifiquen su sostenibilidad y cercanía.
No obstante, el apoyo a los productos de proximidad se puede realizar con un simple clic. Por ejemplo, en el mercado digital de la iniciativa Gran Canaria Me Gusta del Cabildo en colaboración con la Cámara de Comercio, y que cuenta con un catálogo de alrededor 250 alimentos de más cincuenta puntos de venta repartidos por toda la isla.
Igualmente, la iniciativa Feria Km.0 Gran Canaria organiza eventos protagonizados por la venta de productos locales por toda la geografía insular con el objetivo de respaldar al sector primario local y promover un modelo de consumo más sostenible y saludable. Y ofrece de paso la agenda perfecta para aunar alimentación saludable y conocimiento de los distintos rincones de Gran Canaria.
Hay, por lo tanto, más oportunidades que excusas para echar una mano a la agricultora que hace un surco para sembrar papas o al marinero que otea el horizonte en busca de señales, quizás el revoloteo nervioso de unas gaviotas sobre la superficie, que indiquen la presencia de un banco de peces con la misma esperanza de quien sueña con un planeta cada vez más sostenible.
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