En busca del tajinaste azul en Gran Canaria
Respira el aire de la montaña y echa a andar para conocer al tajinaste azul, uno de los emblemas naturales de Gran Canaria.
Las semillas de las que nacen los tajinastes azules poseen un discreto color tierra. Sin embargo, el destino final de estos arbustos endémicos de Gran Canaria es convertirse en torres naturales de hasta cuatro metros de altura rematadas por un tupido y bello conjunto de flores azuladas. Esta especie es, de hecho, uno de los símbolos naturales de la Isla y justamente en abril se encuentra en plena floración.
Este reino azul y fucsia se extiende por zonas determinadas del norte y el noroeste de Gran Canaria, aunque se concentra sobre todo en el barranco de Tenteniguada y en menor grado en los de Fagagesto y Antona. El tajinaste azul busca la cara soleada de las laderas para crecer, florecer y transformarse en un inolvidable regalo de la naturaleza insular.
Una buena opción para presenciar este espectáculo es adentrarse en la ruta que conecta la Caldera de los Marteles con el Rincón de Tenteniguada, en Valsequillo, un sendero que atraviesa una reserva natural repleta de atractivos botánicos y geológicos que revelan el origen volcánico de Gran Canaria y ponen ante nuestra mirada la extraordinaria biodiversidad insular. Se trata de un camino de escasa dificultad y que se puede cubrir en menos de dos horas.
Respiramos el aire de la montaña y echamos a andar, dejando atrás la Caldera de los Marteles, un recuerdo petrificado en el tiempo del explosivo encuentro que tuvo lugar entre el agua y la lava. Los primeros pasos transcurren por el ambiente húmedo de cumbre, entre guinderos, pinos canarios, retamas amarillas, tomillos, salvias blancas, codesos y magarzas. Es la antesala del hogar del tajinaste azul.
Tras andar unos trescientos metros, el camino zigzaguea entre espléndidos ejemplares de tajinaste azul y una corte de flores, algunas también autóctonas. La banda sonora la interpretan las abejas y los abejorros, que se encargarán de convertir el néctar en una preciada miel. Así es como los insectos convierten el paisaje en un deleite para el paladar.
El sonido de nuestros pasos se mezcla con el zumbido de los insectos mientras avanzamos por un enclave natural privilegiado que nos muestra nacientes de agua y, junto a ellos, nuevas flores que se aparecen ante nuestra vista, como las llamativas mejoranas o malfuradas. Al kilómetro del punto de salida emerge el Roque Grande, un impresionante pitón volcánico a cuyos pies vuelve a reinar el tajinaste azul junto a diversas especies botánicas exclusivas de Gran Canaria.
Poco a poco llegamos al final del sendero. Dejamos atrás un paisaje inolvidable presidido por el tajinaste azul y donde habitan también aguilillas, cernícalos, vencejos y lagartos de Gran Canaria. De algún modo, nosotros mismos hemos pasado a formar parte de este entorno.
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