Gran Canaria abre ventanas al universo desde sus miradores astronómicos
La red de miradores astronómicos de Gran Canaria permite disfrutar de las excelentes condiciones de la Isla para observar las estrellas.
Frank nació en un lugar de Gran Canaria donde el firmamento es una extensión más de la vida y forma parte de la cultura, la historia y el lenguaje. Porque aquí se dialoga con los cielos. Nacido en San Mateo, creció en el pago de Cueva Grande, en la cumbre insular, donde el ser humano y lo infinito parecen darse la mano. “Yo tengo conciencia de mirar al cielo desde muy chico, con cuatro o cinco años”, recuerda este docente apasionado de la astronomía cuya memoria es una especie de sistema planetario donde orbitan y coexisten celebraciones familiares y eclipses de luna.
Hoy en día, el Frank Rodríguez adulto sigue habitando en un lugar impreciso entre la tierra y las estrellas. Ha montado su propio observatorio en su casa de San Mateo, persigue e investiga objetos celestes y es una referencia en la observación y la divulgación astronómica en Gran Canaria, tanto a nivel educativo como turístico. “La isla es un paraíso astronómico por sus condiciones atmosféricas y su posición geográfica, porque podemos observar objetos que no se ven desde la Europa continental, además de contar con un entorno espectacular”, resume. Desde la isla también se contemplan a lo largo de todo el año las estrellas del Hemisferio Norte y cerca del ochenta por ciento de las que componen el Hemisferio Sur celeste.
Estas condiciones sustentaron la declaración de Gran Canaria como Destino Turístico Starlight y han alentado la creación de la red insular de miradores astronómicos del Cabildo de Gran Canaria, cristalizada ya en los puntos de observación de la Degollada de Las Yeguas, en la zona sur, y el de las Cañaditas, allí donde la isla rasga el cielo. Paulatinamente se irán incorporando los puestos de la Caldera de los Marteles, la Degollada de Las Palomas, los Pinos de Gáldar, el Pico de las Nieves, el Mirador del Mulato y la Presa de Hornos.
El mirador de la Degollada de las Yeguas, a tan sólo nueve kilómetros de distancia del núcleo turístico de Maspalomas, se encuentra a casi quinientos metros de altitud y enmarca la visión del cielo en el barranco de Fataga y la cuenca de origen volcánico de Tirajana, lo que multiplica el valor astronómico y astrofotográfico de este enclave en el límite sur de la Reserva de la Biosfera y del área del Destino Turístico Starlight.
Por su parte, el mirador astronómico de Las Cañaditas, en el municipio de Artenara, se erige en el corazón de la cumbre y por tanto del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, ámbito declarado Patrimonio Mundial por la Unesco al tener en cuenta, entre otros aspectos, sus valores arqueoastronómicos. El mirador se asoma a la imponente Cuenca de Tejeda, a esos dominios donde el Roque Nublo o el Roque Bentayga parecen ejercer a la vez de vigías y de antenas receptoras de mensajes cargados de misterio que llegan hasta Gran Canaria desde la inmensidad del firmamento.
Tanto estos dos miradores como los que se unirán próximamente a la red comparten condiciones comunes como la escasa contaminación lumínica, la buena accesibilidad, el alto porcentaje de noches perfectas para la observación y están dotados además con mesas interpretativas sobre los cielos del lugar y sus particularidades, así como con un panel común que muestra la orientación hacia la Estrella Polar e incorpora un planisferio móvil para localizar la Osa Mayor, la Osa Menor, Casiopea olas Constelaciones del Norte, así como una explicación de conceptos básicos de la mecánica celeste.
Cuando una persona se encuentra de pronto bajo los cielos de Gran Canaria y entre la majestuosidad de su geografía resulta comprensible que su pensamiento se embarque también en un viaje hacia las estrellas, encapsulado en una nave espacial hecha de interrogantes, ideas, anhelos e inquietudes. “La astronomía te posiciona en el lugar que ocupas en el universo, te obliga a pensar en lo pequeño que eres, en la cantidad de casualidades que han tenido que darse para que estemos aquí y te hace valorar más todo lo que te rodea”, explica Frank, que de algún modo sigue siendo aquel niño que observaba el firmamento como lo hizo durante más de un milenio la antigua población aborigen.
En ese cielo proverbial de Gran Canaria refulge un cuerpo celeste que no se observa desde la Península ni el resto del continente europeo. Se trata de Canopo, la segunda estrella más brillante del cielo nocturno tras Sirio y elemento clave en el calendario anual de múltiples civilizaciones. Y sigue ahí, marcando cada punto seguido y cada punto y aparte de la existencia humana.
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