Gran Canaria, el cielo no está tan lejos
Subir a lo alto de la Catedral de Santa Ana, en Las Palmas de Gran Canaria, ofrece una visión panorámica e ilustradora de la ciudad.
Menos de dos minutos bastan para llegar al cielo. Tan sólo hace falta pagar un euro y medio, coger un moderno ascensor durante unos veinte segundos y, a continuación, subir los cincuenta y cuatro escalones que conducen a lo alto de la torre sur de la Catedral de Santa Ana de Las Palmas de Gran Canaria, monumento religioso con el que la ciudad llama a la puerta de las alturas.
La panorámica que regala la parte alta de este magnífico edificio religioso, el más importante de Canarias, resume además la historia, la evolución y el carácter de Las Palmas de Gran Canaria. A falta de palabras, la ciudad habla con imágenes y evocaciones.
Este diálogo entre el pasado y el presente se traduce, por un lado, en el entramado de callejuelas empedradas y de edificios señoriales del barrio fundacional de Vegueta, donde se fundó y creció la primera ciudad castellana en el Atlántico. La vista de pájaro que proporciona la torre permite observar también cómo se extiende un casco histórico del que emergen las espadañas de templos, casonas y edificios centenarios en un lugar que es una celebración permanente del patrimonio y la arquitectura.
Justo frente a la fachada neoclásica de la Catedral, construida por deseo expreso de los Reyes Católicos, se extiende la Plaza de Santa Ana, como un lago en el que desembocan las callejuelas, ríos de tiempo y de piedra. Las Casas Consistoriales, inauguradas en 1856, miran de frente al templo religioso, que sin embargo le supera por mucho en altura.
Tras las Casas Consistoriales se dibujan –nunca mejor dicho- los Riscos, los coloridos barrios de Las Palmas de Gran Canaria a través de los cuales la ciudad se subió a las lomas que circundaban Vegueta convirtiéndolas en lienzos donde se pintó una estampa urbana inmortalizada por los artistas a lo largo del tiempo. De hecho, se han convertido en una de las imágenes identificativas de esta urbe atlántica.
Pero sigamos escuchando lo que nos dice de sí misma Las Palmas de Gran Canaria… En el norte se distingue la silueta de los volcanes de La Isleta. Un pasado volcánico que se ha colado en la estructura de la Catedral con la roca basáltica y la piedra pómez de la cantería.
A un lado del istmo, aunque oculta todavía desde esta perspectiva, se abre la Playa de Las Canteras. Lo que sí vemos es el Puerto y una bahía azulísima donde recalan y fondean barcos llegados de todas las esquinas del mundo y cuya presencia se mezcla en nuestra mirada con el cimborrio que remata la planta de cruz de la Catedral. En este espejismo los buques parecen navegar sobre el mismo cielo.
El sur luminoso ofrece su promesa de sol y se intuyen los caminos que conducen hasta las playas de Maspalomas, El Inglés o Mogán. Hoy, no obstante, es la ciudad y su Catedral la que reclaman protagonismo. Desde nuestra atalaya podemos tomar el pulso de una ciudad viva y atractiva. El mismo entorno de la Catedral está repleto de espacios de interés turísticos de primer orden, como la Casa de Colón o el propio Museo Diocesano de Arte Sacro, al que se accede por un lateral del templo.
Llega el momento de descender: primero cincuenta y cuatro escalones hacia abajo y finalmente el pequeño trayecto descendente en ascensor para regresar al nivel de ese mar que hace apenas unos minutos se confundía con el cielo.
DATOS PRÁCTICOS
La subida a la torre de la Catedral de Santa Ana tiene un precio genérico de 1,5 euros y se puede llevar a cabo de lunes a viernes entre las 10.00 y las 16.30 horas y de 10.00 a 13.30 horas los sábados.
Más información en: diocesisdecanarias.es
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