Gran Canaria, el territorio de memoria y naturaleza que hechizó al mundo
La Reserva de la Biosfera y el Patrimonio Mundial de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria son la esencia y el reflejo de la singularidad de la Isla, reconocida en estas dos declaraciones de la Unesco.
Gran Canaria es un libro repleto de historias cuyas páginas recorren siglos y milenios. Y también un tesoro de biodiversidad con joyas que brillan por doquier entre la costa y la cumbre. La Unesco ha abrazado estos valores arqueológicos, etnográficos y naturales con la declaración de casi la mitad de su territorio como Reserva de la Biosfera, además de una amplia franja marina, y como Patrimonio Mundial en la figura del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria.
Ambas nominaciones son un reflejo del carácter singular de Gran Canaria, una isla donde caben varios mundos. Las raíces de la Reserva de la Biosfera y el Patrimonio Mundial están entrelazadas en el territorio, donde también comparten una herencia que sirve de inspiración para un futuro cada vez más sostenible.
Aquí, paisaje e historia se confabulan para emocionar a quien se adentre en estos vastos dominios que ocupan 9.500 hectáreas en Tejeda, Artenara, Gáldar y Agaete en el caso del Paisaje Cultural, enmarcadas además en su mayor parte en la Reserva de la Biosfera, que extiende sus 65.000 hectáreas por Agaete, Artenara, La Aldea de San Nicolás, Mogán, San Bartolomé de Tirajana, Tejeda y Vega de San Mateo y a las que se añaden 35.000 hectáreas marinas.
Entre los límites de este reino habitan personas que llevan consigo saberes antiguos que airean cada vez que aran la tierra, guían al ganado o moldean la arcilla entre sus manos. También hay gigantes de piedra, haces de luz que bailan entre grabados rupestres, o plantas y animales insospechados. Todo es posible en las páginas de este libro escrito con la tinta del tiempo.
EL PAISAJE CULTURAL: UN HILO ENTRE LA CUEVA Y LAS ESTRELLAS
Un hilo invisible conectaba a las personas que vivían en cuevas con el firmamento. Precisamente por este motivo, una de las razones que motivaron la proclamación del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria como Patrimonio Mundial se encuentra a la vez en la oscuridad de cavidades horadadas en la piedra volcánica en el pasado y en las estrellas, que se encienden cada noche en la cumbre de la isla.
Los valores extraordinarios que atesora la cumbre de Gran Canaria son fruto de una cultura que evolucionó en aislamiento durante más de 1.500 años a partir de la llegada de grupos de población bereber del norte de África. Estas personas desarrollaron una nueva sociedad adaptada al territorio en el interior de esta crisálida en forma de isla.
La huella de la antigua sociedad canaria, y su continuidad en el tiempo a través de manifestaciones culturales que siguen vivas, de la agricultura a la alfarería, fue el pilar sobre el que se apoyó la inclusión de la zona alta de Gran Canaria en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, donde solo hay lugar para espacios y hechos excepcionales que merecen la atención y el cuidado de la Humanidad.
El Paisaje Cultural se asienta sobre el centro montañoso de Gran Canaria. Su caminar, decidido y milenario, se adentra en la colosal cuenca de Tejeda, trepa al Roque Nublo, abre senderos en la Sierra del Bentayga, penetra en los pinares del macizo de Tamadaba y desciende al cauce de Barranco Hondo.
La verdadera dimensión de esta cultura permanecía oculta en el llamado ‘templo perdido’ de la antigua población grancanaria, el espacio ritual y marcador astronómico de Risco Caído. Esta cavidad excavada en el margen umbrío de Barranco Hondo cuenta con una pequeña abertura en su bóveda que permite la entrada de la luz del sol y la luna. En el solsticio de verano, el haz recorre las paredes e ilumina los grabados rupestres en forma de triángulos púbicos, asociados a la fertilidad. Lo mismo sucede en el solsticio de invierno, en este caso con la luna llena. La réplica del lugar y del fenómeno puede contemplarse en el Centro de Interpretación de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria.
La sociedad indígena miró al infinito para mesurar su propio tiempo de vida en este mundo, en Gran Canaria en su caso. Se trataba además de una necesidad imperiosa para organizar las tareas agrícolas, entre otras. Otro marcador, el del Bentayga, anuncia el momento exacto en el que el día comienza a robarle el tiempo a la noche.
Esta cultura alumbró un amplio conjunto de yacimientos arqueológicos que abarcan poblados en cueva, templos, graneros fortificados, cuevas pintadas y áreas de grabados. Suponen destellos de un pasado deslumbrante que llegan hasta nuestra mirada moderna y dan testimonio de la odisea de las antiguas culturas insulares del planeta.
Además, la pervivencia de determinadas tradiciones y usos ancestrales del territorio mantiene la solidez de esa cadena entre el pasado y el presente de Gran Canaria. Algunos de sus eslabones son la trashumancia, la alfarería sin torno, el cultivo en bancales, el manejo del agua como un recurso escaso o la utilización de semillas de cebada idénticas a las que se cultivaban hace prácticamente dos milenios. Así es como germina la tradición en el siglo XXI.
El pasado es un cofre de enseñanzas para la actual sociedad en su búsqueda del equilibrio entre el entorno y las personas que lo habitan. Esta premisa marca la actuación del Instituto Insular para la Gestión Integrada del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Echar la mirada atrás, respirar, reflexionar, observar el camino andado, reponer fuerzas y otear el horizonte antes de dar el siguiente paso. Como haría cualquier caminante por uno de los senderos de la cumbre grancanaria.
Hoy en día, hay personas que duermen y sueñan en las mismas cuevas que habitaron aquellas gentes del pasado. Y también miran a las estrellas en la noche, porque resulta casi imposible no dejarse hechizar por el cielo nocturno cumbrero. El hilo invisible entre el fondo de la cueva y el celaje como eterno compañero permanece intacto.
Senderos para seguir un rastro milenario
El ámbito del Paisaje Cultural está cruzado por múltiples senderos que ofrecen una vía ideal para experimentar y comprender sus valores. Existen muchos. Estos cuatro que se citan a continuación son accesibles para un amplio público y permiten llegar o divisar elementos clave. Se trata de los recorridos entre Tejeda y Artenara, las circulares de Tamadaba y de Cruz de Acusa-Las Hoyas-Lugarejos-Coruña y la Encrucijada del Roque Nublo. Tienes más información sobre estos recorridos en este enlace.
CENTROS PARA VISITANTES DE LA RESERVA DE LA BIOSFERA Y EL PATRIMONIO MUNDIAL DEL ‘TEMPLO PERDIDO’ AL GRAN POBLADO FRENTE AL OCÉANO
Centro de Interpretación de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria
Simbólicamente excavado en la montaña, se encuentra en Artenara y alberga la réplica a tamaño real del llamado ‘templo perdido’ de la sociedad indígena. Esta fiel reproducción recrea el fenómeno del haz de luz que penetra en la cueva real en determinados periodos del año por una abertura practicada en su bóveda y recorre un friso de grabados, al tiempo que cambia de forma y posición a medida que el sol avanza a lo largo del día y de los meses, marcando equinoccios y solsticios.
*Abierto de lunes a domingo de 10 a 17 horas.
Centro de Interpretación del Roque Bentayga
Esta instalación profundiza en los rasgos culturales, etnográficos y naturales del conjunto geológico y arqueológico que corona Gran Canaria. Además, es la puerta de entrada para conocer el marcador astronómico que anuncia la llegada del solsticio de invierno.
*Cerrado en la actualidad mientras finalizan las obras de modernización.
Centro de Gestión e Información del Paisaje Cultural
Situado en pleno casco del pueblo de Tejeda, en el número 6 de la Calle Párroco Rodríguez Vega, está ubicado en una edificación tradicional canaria. En su interior están distribuidos diversos elementos expositivos, incluidos contenidos audiovisuales.
*Abierto de lunes a domingo de 10 a 17 horas.
Centro de Interpretación Los Caserones
Este espacio ubicado en el litoral de La Aldea de San Nicolás dedica un espacio a la Reserva de la Biosfera. El impulso de la Reserva ha posibilitado la ordenación del humedal de La Marciega. El Centro abre una gran ventana a los extraordinarios valores arqueológicos, etnográficos, naturales y paleontológicos que confluyen al final de la mayor cuenca hidrográfica de Canarias. Aquí, la población habitó durante mil años uno de los poblados más importantes de la antigua Gran Canaria, integrado en su apogeo por 800 viviendas en las que se gestaron manifestaciones culturales únicas y de las que aún queda una amplia representación, bien ya excavadas o asomando en la superficie de la tierra.
*Abierto de lunes a domingo de 10 a 17 horas.