Gran Canaria, proa al futuro en 2020
Gran Canaria encara el año 2020 con una oferta que aumenta en cantidad y sobre todo en calidad a todos los niveles.
Imagina un barco, un barco con el nombre de Gran Canaria grabado en el casco. Cierra los ojos y siente en el rostro una brisa cargada de futuro en la que se mecen las gaviotas que van y vienen del horizonte. También se dejan llevar por ella las aves de paso del invierno, que han venido a buscar un año más el abrazo cálido de la isla. Aparecen y desaparecen como por arte de magia, aunque siempre dejan tras ellas la silueta invisible de una esperanza.
Mientras ellas bailan en los cielos, la embarcación sigue su rumbo, proa al 2020, todo un océano de posibilidades y puertos donde atracar y descubrir mundos que ni imaginabas pero que caben dentro de un territorio insular inmenso a su manera. Por cierto, a bordo de esta nave, manteniendo el timón con pulso firme, vas tú.
El barco provoca a su paso una estela circular mientras rodea Gran Canaria y ofrece la mejor panorámica posible de una isla que emerge en el nuevo año con la misma fuerza interior que la convierte en un paisaje de sensaciones y emociones que, lejos de disminuir, se incrementan cada año que pasa.
Desde la cubierta se divisan los acantilados y barrancos que se precipitan desde la cumbre, se adivinan los senderos que discurren por bosques de otros tiempos y, más adelante, las arenas de oro, los pueblos que se cobijan en los pliegues de las montañas o los asentamientos costeros que parecen haber sido depositados allí mansamente por las olas del mar y que invitan a descubrir espacios que habitan a mitad de camino entre dos mundos.
Gran Canaria es un crucero siempre en marcha y que no deja de incrementar los atractivos para subirse a él una y otra vez. De hecho, la isla encara el 2020 con las bodegas cargadas con nuevas posibilidades y con pabellones o banderas relucientes que pregonan a los cuatro vientos y por los siete mares el reconocimiento internacional de sus valores naturales, históricos y sociales.
Porque este barco se mueve por un océano iluminado por las estrellas y los faros, un firmamento de luces y reconocimientos donde brillan con luz propia la declaración de la cumbre insular en 2019 como Patrimonio Mundial de la Humanidad en la figura del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, una decisión de la UNESCO que avala el carácter único de la cultura aborigen y la pervivencia en el tiempo de usos ancestrales.
Hay que sumar el brillo de las estrellas de la Guía Michelín cosechadas por restaurantes de Gran Canaria y que son en realidad el reflejo y la máxima expresión de una gastronomía que cada vez goza de mayor prestigio y que bebe y se alimenta además de la extraordinaria calidad de los productos de la tierra y el mar. Porque lo que termina en el plato y en el paladar comienza a cocinarse en realidad mucho antes, en las madrugadas de los marineros y de las gentes del campo.
Las luces, muchas nunca vistas antes, se encienden al paso de Gran Canaria por este nuevo año. La oferta se aviva y se acrecienta en áreas como el comercio, la actividad cultural y de ocio, los centros y espacios para la relajación y el bienestar, los establecimientos del sector turístico en general o las rutas y alojamientos para conocer el corazón rural de la isla. Gran Canaria cada vez es más. Más Gran Canaria.
El barco se adentra en la noche. El día se difumina, pero antes de ceder el testigo a la noche se entretiene en dibujar un lienzo de naranjas, rojos y violetas hasta que una oscuridad mansa y tachonada de estrellas lo envuelve todo. Tú, el patrón de los días en este lugar infinito a su modo, fijas entonces la mirada en un cielo nocturno declarado Reserva Starlight. Quizás sea hora de buscar un puerto, amarrarse a un noray y descansar hasta el día siguiente, cualquiera de los que vendrán en este 2020 prometedor y navegable.
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