Gran Canaria, ven y mírame
Gran Canaria amplía su red de miradores para facilitar al visitante la contemplación de los paisajes de cumbre y costa.
¿Lo oyes? Es la profunda voz de Gran Canaria. “Ven y mírame”, te dice. La Isla ampliará a partir de este año su red de miradores para contemplar la costa y la cumbre. En total, se crearán catorce nuevos puntos para hacer una parada en el camino y dejar que la vista recorra el amplio muestrario de paisajes insulares. Además, se restaurarán dos miradores ya existentes.
Estas nuevas atalayas para llevarse en la memoria y compartir las más espectaculares visiones panorámicas de Gran Canaria se distribuyen por el litoral y la montaña. En el primero de los casos, el plan del Cabildo de Gran Canaria incluye miradores en la Punta de la Mareta (La Garita, Telde), el Faro de Sardina (Gáldar), El Burrero (Ingenio) y la Playa de Malpaso, en Jinámar.
Uno de los aspectos más destacados del proyecto consiste en la inclusión de Las Palmas de Gran Canaria dentro de esta moderna red de miradores. Por un lado, desde el barrio de Las Coloradas, un enclave cobijado entre volcanes, nos podremos asomar a la Reserva Natural de El Confital, un reducto salvaje junto a la vibrante capital insular modelado por el viento y el oleaje sobre antiguas lavas.
Con vista de cernícalo, el pequeño halcón que vigila los cielos de Gran Canaria, veremos el barrio de La Isleta, cuyas calles y gentes resumen la historia portuaria y marinera de Las Palmas de Gran Canaria. Además, desde las alturas queda clara la configuración de la urbe, distribuida a ambos lados de un extenso istmo, con la playa de Las Canteras a un lado y el Puerto de La Luz y de Las Palmas al otro.
Pero si queremos hablar de alturas de verdad, tenemos que poner rumbo a la cumbre de Gran Canaria, donde se establecerán nuevos miradores en los municipios de Tejeda, Artenara y Agaete, concretamente en la Cruz de Tejeda, la Degollada del Humo, Los Llanos de la Mimbre, los Ajos, Mogaranes, la Presa de las Niñas y Las Cañaditas. Desde ellos se podrán ver los principales emblemas del paisaje de montaña de la Isla, como el Roque Nublo, el Bentayga, los pinares de Tamadaba y Gáldar o Roque Faneque, entre otros.
Son visiones grandiosas, que ensanchan el alma, que invitan a respirar y a fundirse con el entorno. Miramos al exterior, pero también nos descubrimos. Nos sentimos pequeños y enormes al mismo tiempo. Los paisajes también cambian cada hora, casi por minutos, en función de la luz que reciben y dependiendo también de los ojos que les miran. Ven, asómate a Gran Canaria y descubre tu propio paisaje.