El certamen convierte a Las Palmas de Gran Canaria en uno de los epicentros de la música con mayúsculas a nivel mundial. La Fundación Internacional Alfredo Kraus y el Cabildo de Gran Canaria han recuperado después de dieciocho años una cita que celebró sus cinco primeras cinco ediciones entre los años 1990 y 1999 con el impulso del propio Kraus.

No es casualidad que la presidenta de la Fundación Internacional Alfredo Kraus, Rosa Kraus Ley, hija del tenor, destaque que “su trayectoria ha sido siempre un orgullo para su isla de Gran Canaria y para su ciudad natal de Las Palmas de Gran Canaria. Desde mediados de los años cincuenta del pasado siglo y hasta 1999, el nombre de Kraus estuvo presente en los mayores teatros de ópera y salas de conciertos, en una extensa discografía que perdura, en cine, radio y televisión”.

“Tras su desaparición”, añade Rosa Kraus, “el artista se convierte en mito, algo que a pocos artistas se les otorga. Para las nuevas generaciones de cantantes que no tuvieron la oportunidad de escucharlo en directo, es aún la referencia. Y tanto para los profesionales como para sus innumerables seguidores, Kraus está íntimamente identificado con Gran Canaria”.

Los aspirantes a alzarse con el premio en 2017 proceden de Alemania, Angola, Argentina, Australia, Brasil, China, España, EE.UU, Francia, Grecia, Holanda, Italia, Malta, México, Nueva Zelanda, Reino Unido, República de Corea, República Dominicana, Rumanía, Rusia, Turquía y Ucrania. Las dos primeras cribas tuvieron lugar en Florencia y Madrid, antes de las pruebas preliminares que se desarrollan en septiembre de 2017 en Las Palmas de Gran Canaria. Finalmente, se celebrará una final abierta al público que tendrá lugar el 29 de septiembre en la Sala Sinfónica del Auditorio Alfredo Kraus. 

La trayectoria del propio Kraus estuvo marcada de hecho por un concurso. En 1956, y según se recuerda desde la propia Fundación Internacional Alfredo Kraus, resultó finalista del Concurso Internacional de Canto de Ginebra. En este punto comenzó la leyenda. En esa misma ciudad firmaría su primer contrato para actuar en la Ópera del Cairo, donde debutó con Rigoletto y Tosca. Dos años más tarde, en 1958, con La Traviata que interpretara junto a Maria Callas en el Teatro Sao Carlos de Lisboa, “Alfredo Kraus inicia una carrera fulgurante que le llevará a actuar en los más importantes teatros y salas de concierto del mundo. Esta popularidad lo lleva también a protagonizar entre 1959 y 1960 dos largometrajes: Gayarre y El Vagabundo y la Estrella”. 

Alfredo Kraus está sin estar. Su canto es incesante, eterno, tanto como el arrullo de las olas que llegan hasta la orilla donde se levanta el auditorio que lleva su nombre, y muy cerca también del lugar donde se erige la escultura en bronce que parece cantarle al Atlántico que le vio nacer. Quizás no fuera casualidad que naciera justamente en la Casa de Colón. Gran Canaria estaba destinada a ampliar sus horizontes a bordo de un velero impulsado por los vientos de su voz.