La historia más dulce de Gran Canaria
La repostería de Gran Canaria basada en la almendra saca del horno múltiples relatos.
Esta historia se escribe con miel, almendras, azúcar y canela. El relato nos llega a través de Rosa María Medina, que tiene una voz cantarina y dulce, algo normal en alguien que pasa día tras día elaborando delicias en la Dulcería Nublo de Tejeda, establecimiento que regenta con su marido, José Antonio Quintana. Cualquier ruta por la gastronomía ligada al almendro en Gran Canaria debe parar ante la puerta de este histórico negocio.
Las primeras páginas de este particular cuento de final feliz se escribieron en los años cuarenta de siglo XX, cuando las hermanas Dolores y María Jesús Navarro y su padre, Pepe, comenzaron a elaborar mazapanes en el barrio de Casas del Lomo que vendían luego a la salida de la misa mayor, como el que ofrece pedacitos de cielo. Lo que sobraba lo vendían en el cafetín de Marrerito.
Se han construido desde entonces miles de pequeñas historias aledañas, marcadas todas ellas por el sabor de la almendra. Una de ellas la protagonizó un niño de corta edad que en los años sesenta se alojó con su familia en el entonces casi recién estrenado Parador de Tejeda.
Hubo algo que se quedó grabado en su memoria: el sabor de un “dulce blandito” envuelto en un delicado papel rojo y azul. Muchos años después, siendo ya un hombre, regresó a Gran Canaria y a Tejeda y resolvió el misterio: eran polvorones. “Se llevó cuarenta kilos a la Península”, recuerda Rosa María.
El hijo de Dolores, el mencionado José Antonio Quintana, se incorporó a la empresa hace ya más de tres décadas, al cumplir los dieciocho años, sumándose así a esta extraordinaria fábrica de momentos dulces. “Hoy en día tenemos catorce empleados, vendemos en varias islas y en una tienda en Berlín”, subraya Rosa María.
La almendra es la piedra angular de su producción. “Compramos el noventa por ciento de la almendra de Gran Canaria y gastamos más almendra que azúcar. Hemos sacado recetas nuevas, pero siempre a base de la almendra. A veces viene gente que nos da recetas y nosotros las adaptamos”, señala. De ahí han surgido, por ejemplo, los deliciosos brownies donde las almendras sustituyen a las nueces y completan un amplísimo repertorio de dulces melodías para el paladar donde se incluyen mazapanes, bienmesabes, galletas, piñones y chocolates belgas almendrados.
La Dulcería Nublo ha pasado de fabricar seiscientos kilos de bienmesabe a sacar de su horno más de veinte mil kilos al año. El horno, por cierto, se calienta con cáscaras de almendra y troncos de leña, una demostración de la convivencia entre las técnicas y exigencias de la modernidad y una tradición que se remonta a aquellos días de venta ambulante a la puerta de la iglesia de Tejeda.
Los comentarios están desactivados para este artículo.