Magia blanca en Gran Canaria
La floración invernal de la retama blanca canaria supone uno de los grandes ‘trucos’ de la naturaleza en Gran Canaria.
Alguien parece haber tendido un manto blanco que cubre durante el invierno barrancos y laderas de Gran Canaria. La misteriosa escarcha es sin embargo el resultado del espectáculo que regala durante la estación la floración de la retama blanca canaria, un arbusto de hasta tres metros de alto cuyas aromáticas flores son las protagonistas indiscutibles de esta función invernal que se representa en múltiples escenarios naturales de la isla con entrada libre y gratuita.
La retama blanca canaria se distingue por la pureza nívea de sus flores, que compite con la de los almendros de las cumbres y medianías de Gran Canaria. Pero lo hace también por su embriagador aroma, parecido al del jazmín. Caminar durante el invierno por campo de retamas equivale a abrir un frasco de suave perfume.
La dama blanca de Gran Canaria es orgullosa y sostiene su belleza sobre su ancha copa ramificada en brazos flexibles de tonos que oscilan entre el verde y el gris y pequeñas hojas, cortas y caducas, presentes también sólo durante un invierno que la retama blanca transforma en primavera como por arte de magia. Magia blanca, por supuesto.
Los efluvios de la retama blanca acompañan los pasos de los caminantes de los barrancos de San Miguel, del Mocán, Los Cernícalos o de la Caldera de Bandama, entre otros muchos espacios. A este matorral de clase alta que habita en Gran Canaria entre los cien y lo quinientos metros de altura, o incluso más arriba, le gustan especialmente las laderas cubiertas de picón y otros materiales de origen volcánico, lo cual incrementa el contraste entre el entorno y unas flores que parecen fruto de una imposible tormenta de frío y nieve.
Además, en este endemismo concurren determinadas características que le confieren un carácter doblemente especial. Sus raíces tienen la capacidad de fijar y oxigenar los suelos. La retama blanca canaria, emparentada con otras variedades del Mediterráneo, es un ser amistoso que suele crecer en compañía de tabaibas, tuneras o vinagreras. Las flores de la retama blanca, muy melífera, son por supuesto una estación de paso ineludible para las abejas y por lo tanto para la producción de miel, uno de los productos estrella de los campos de Gran Canaria.
Donde crece retama blanca canaria ondea la bandera blanca de la biodiversidad de la isla. Hay constancia, por ejemplo, de que los conejos del Barranco del Guiniguada se comen sus semillas y expanden con ello el luminoso reino de la retama blanca por todo el cauce, porque no puede haber una función de magia que se precie sin un conejo en la chistera.