Tu palmera personal
La palmera canaria forma parte del paisaje y la identidad de Gran Canaria y del recuerdo que te quedará de tu estancia.
Siempre han estado aquí, peinando vientos, procurando sombra, recortando cielos azules con su esbelta silueta. Un grupo de ellas dio nombre a la capital de la isla, Las Palmas de Gran Canaria, hace ya más de cinco siglos. El poeta Bartolomé Cairasco de Figueroa (1583-1610) decía que por aquí eran “altísimas, mucho más que en Egipto las pirámides” y las crónicas de la Conquista referían que “la isla era un jardín, toda poblada de palmas”.
La palmera canaria, una especie endémica insular, se ha ensamblado al paisaje de Gran Canaria, famosa por la existencia de palmerales tan tupidos que apenas se distingue la cúpula celeste cuando se transita bajo ellos. Durante siglos proporcionaron alimento para los animales y techumbre y cohabitaron con los olivos y las tierras de labranza.
Hoy en día son inmortalizadas a diario por millones de viajeros y protagonizan imágenes que son compartidas en Instagram, en Facebook o en Twitter. Es el signo de los tiempos. La belleza de uno de los símbolos de la Isla ha traspasado fronteras y se extiende por las redes sociales, tanto como siempre lo han hecho sus raíces en busca de agua.
La palmera canaria es una bella viajera del tiempo y el espacio. En Gran Canaria ocupa un lugar protagonista en prácticamente todas las postales turísticas porque su versatilidad y resistencia le ha permite anclarse a los suelos sinuosos y arenosos del Sur, al fondo de las gargantas de piedra y barrancos más abruptos, a las pendientes escarpadas o a la verde y fértil espesura de las medianías.
La palmera canaria parece gritarle al aire que no hay límites para una belleza que crece buscando el infinito. En Gran Canaria abundan ejemplares que se acercan o incluso superan los dos siglos de edad. Si pudieran hablar -y a su modo lo hacen- podríamos escuchar historias sobre la Isla que no aparecen reflejadas en ningún libro y que ya han desaparecido de cualquier registro o memoria. Las hay solitarias, otras que viven en pequeños núcleos familiares y también existen verdaderas ciudades, es decir, grandes palmerales que a veces aparecen por sorpresa en cualquier recorrido por la Isla.
La palmera canaria ha viajado lo suyo. Existen ejemplares en distintos países de Sudamérica e incluso en claustros románicos de la península ibérica. Pero Gran Canaria es el eterno hogar de la Phoenix canariensis. Ya sabe un poco más sobre ella. Cuéntelo cuando enseñe y comparta sus fotografías. Las palmeras no son demasiado presumidas, pero les gusta formar parte de una historia. También de la suya.
comentarios
02/05/2018
Acabo de regresar de Gran Canaria y que sorpresa ver la belleza del interior de la isla; una parte desconocida por la mayoria de los turistas que no ven mas que las playas y las rocas volcanicas de la costa. Me encantaban las montanas y las plantas y los arboles tropicales que he visto alli. Ademas los pueblos tipicos son maravillosas y merecen mucho mas tiempo para apreciarlos. Por cierto regresare un dia