Vegueta, un paseo por el Nuevo Mundo
El barrio fundacional de Las Palmas de Gran Canaria ofrece historia, cultura, gastronomía y algún enigma.
El paseo por el barrio de Vegueta comienza en un lugar muy concreto y hace ya más de cinco siglos. Al pie del Barranco del Guiniguada se levantaban las gigantescas palmeras que servían de señal para orientar a los barcos que venían a aprovisionar a las tropas españolas desplegadas en este punto desde 1478. Las raíces de aquellas palmeras históricas que se alzaban en un punto de lo que hoy es Vegueta son también las raíces del nombre de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Por lo tanto, caminar por Vegueta es caminar por la historia. Sobre todo si se tiene en cuenta que la zona fundacional de Vegueta dio origen a la primera ciudad castellana en el Atlántico, antes incluso de la conquista de América, un episodio que tuvo su antesala histórica en esta orilla. Así que el amanecer del llamado Nuevo Mundo comenzó de algún modo en Vegueta y por extensión en Gran Canaria.
Vegueta estaba llamada a formar parte de los libros de Historia, sobre todo en los momentos clave del descubrimiento del continente americano. En su primer viaje en 1492, Cristóbal Colón tuvo que hacer escala en Gran Canaria a causa de la rotura del timón de La Pinta, una de las tres históricas carabelas que comandaba. Se piensa que el Almirante descansó en la casa del gobernador, germen de la actual Casa de Colón, un museo altamente recomendable en esta ruta donde resuenan los ecos del pasado.
La huella de Colón no es la única impresa sobre el señorial barrio de Vegueta. Aquí se establecieron las familias más hacendadas de Gran Canaria. Esto permite contemplar hoy en día edificios de porte aristocrático que suponen un festival para la vista con elementos góticos, renacentistas, neoclásicos y hasta mudéjares. La piedra se convierte en poesía para los sentidos en Vegueta.
Este carácter primigenio e histórico de Vegueta supone que entre sus límites se encuentren algunos de los edificios más emblemáticos de Gran Canaria y de Canarias, como es el caso de la Catedral de Santa Ana, la fuente neoclásica de la Plaza del Espíritu Santo, La Iglesia de Santo Domingo de Guzmán o el templo de San Agustín.
Ante la Catedral de Santa Ana descansan, por cierto, unos perros que no han ladrado nunca. Y nunca lo harán porque están hechos de hierro fundido. El origen exacto de estos canes ubicados en su actual emplazamiento desde 1895 es todavía producto de controversia, pero existe una fotografía tomada en los años sesenta en Londres que retrata a unos señores con bombín paseando ante dos esculturas exactamente iguales situadas frente a la iglesia de Saint George. Es el extraño caso de los perros gemelos, que bien podría haber sido el título de una novela de Agatha Christie.
Pero Vegueta combina a la perfección el peso de la historia y de sus misterios con su espíritu vital del presente. A ello contribuye la presencia de museos tan atractivos como el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), El Museo Canario o el Museo de Arte Sacro.
En Vegueta es posible comerse unas estupendas papas con mojo o un pulpo a la brasa recién llegado del cercano barrio de San Cristóbal. Pero también proliferan bares y restaurantes que ofrecen cartas con platos inspirados por la nueva cocina en un ambiente refinado. El Mercado de Vegueta, abierto a mediados del siglo XIX, expone frutas, verduras, quesos, vinos y mieles llegados de todos los rincones de Gran Canaria. Es el lugar donde mejor se fusionan los aromas del hoy y el ayer.
No cuesta echar a volar la imaginación y pensar en Colón disfrutando de una tapa en alguno de los puestos del Mercado de Vegueta mientras contempla en qué maravilloso lugar se ha convertido aquel sitio donde una vez fondeó para arreglar un barco.
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