Visiones de la Navidad en Gran Canaria
La Navidad diferente de Gran Canaria se ve, se escucha y se saborea.
Llegan noticias enigmáticas desde Gran Canaria. Al parecer, el espíritu de la Navidad ha sido avistado en la isla. Varios testimonios asombrados así lo confirman. Algunos testigos aseguran haberlo visto moviéndose entre las dunas del Sur, como una brisa suave y cálida que remontaba las pirámides de arena. Porque aquí, según estos relatos, la Navidad no es gélida y se puede despojar de los recios ropajes que precisa enfundarse en otras latitudes.
Otros dicen -y no hay motivos para desmentirles- que creyeron oír su voz mientras alguien rasgaba las cuerdas de una guitarra o de un timple para entonar un villancico popular junto a un coro de hombres y mujeres, reunidos para cantar la felicidad de vivir en un lugar donde la Navidad habla con una voz cálida y acogedora. Su presencia, reportan, también se adivina en el murmullo que emerge de las calles engalanadas de la zona comercial de Triana, en Las Palmas de Gran Canaria.
Este espíritu alegre, travieso y caprichoso se mueve de norte a sur y de costa a costa como un rayo de luz que lo inunda todo de vida. Dicen que coge las almendras con sus propias manos y que amasa y da forma a turrones, mazapanes y polvorones que demuestran que nada sabe tan bien como la Navidad en Gran Canaria.
También abre con sus propias manos las puertas de los bares y restaurantes cuyos fogones desprenden el aroma de la carne de baifo y de pescados extraordinarios y extiende sobre los manteles un bodegón de quesos casi divinos, de vinos de la tierra dorados como un sol o encendidos como un rubí, de papas arrugadas, de mantecados y de otras delicias que alimentan a la vez el cuerpo y el alma.
Cuando no está en la playa, disfrutando de temperaturas imposibles en el resto de Europa durante estas fechas, el espíritu de la Navidad se entretiene levantando belenes de arena, recorriendo los senderos del interior para encontrarse con los hados de los bosques, de los volcanes y los manantiales o simplemente haciendo sonreír a los niños con sus cabriolas luminosas. Y no hay municipio en la isla donde no se haya dejado constancia de su mágica presencia.
Los testimonios recogidos del rastro en Gran Canaria del peculiar espíritu señalan también que éste se maravilla contemplando las estrellas. En las noches, mira hacia lo alto, para localizar la estrella de la Navidad, que le proporciona orientación y guía en sus andanzas insulares. De día, según las diversas versiones orales recogidas, clava sus ojos en la orilla, buscando estrellas de mar con la misma ilusión que un chiquillo. Si le ven por Gran Canaria durante estos días, a buen seguro que les animará a sumarse a sus idas y venidas por Gran Canaria, el lugar donde la Navidad se ve, se saborea, se toca y se oye.
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