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Blog Oficial de Turismo de Gran Canaria

La Fortaleza, Santa Lucía

La Fortaleza, el silencio de la piedra madre de Gran Canaria

La roca escuchó un rumor de gentes. En sus rostros reinaba una confusión de esperanzas, miedos, arrojo e incertidumbre. Acogió a aquellas personas en su seno de roca y las protegió todo lo que pudo, durante milenios, como haría una madre. Así fue como la antigua población de Gran Canaria encontró cobijo en lugares tan asombrosos como La Fortaleza y logró desarrollar una cultura única en pleno Océano Atlántico.


Faro de Maspalomas

El Centro Etnográfico del Faro de Maspalomas, así se hace una isla

Las salas expositivas proponen un recorrido por la artesanía tradicional de Gran Canaria con más de mil objetos y reflejan las transformaciones sociales en la isla.

Antes que la luz, fue la piedra. Bueyes y camellos bajaron hasta la costa bloques de basalto del barranco de Fataga para que maestros artesanos los convirtieran en las piezas del Faro de Maspalomas, con una perfección técnica que todavía asombra. Entre sus manos cobró vida la idea plasmada sobre el papel por el ingeniero Juan de León y Castillo. El día uno de febrero de 1890, la luminaria proyectó un primer destello que habría sido imposible sin el saber y el sudor de quienes supieron transformar en progreso aquellas rocas de millones de años de antigüedad.


Dunas de Maspalomas

El timple pone el mundo en tus manos

El instrumento es parte de la identidad de Canarias y un ejemplo de universalidad encarnada en músicos como German López, timplista de Gran Canaria.

La grandeza se encuentra a veces en las cosas más pequeñas. El músico Germán López lo descubrió bien pronto, con apenas cinco años. Quería tocar la guitarra, pero sus dedos apenas alcanzaban las cuerdas, así que un profesor sugirió que empezara por el timple. El descubrimiento de las posibilidades infinitas de aquel instrumento de apariencia humilde convirtió lo que iba a ser una solución transitoria en una pasión para toda la vida.


Atardecer en el Roque Nublo

Luces y susurros en las alturas de Gran Canaria

Habito en esta cima desde hace millones de años. Lo sé porque llevo la cuenta de los soles y las lunas. Soy hijo del tiempo y de un viejo volcán que ya no está. El viento, el sol, la lluvia y el paso de los días me han convertido en lo que soy: el príncipe y vigía de un reino de piedra. Pero no estoy solo. Los pinares y rocas que me acompañan en estas alturas dan cobijo a seres que parecen hechos con esa misma luz que empieza a retirar su velo. Por eso aquí los lagartos son de oro, esmeralda y zafiro.