20/10/2017
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Cultura
El taller del relojero Pedro Macías en el barrio de Vegueta de Las Palmas de Gran Canaria supone un regalo para los sentidos.
De niño había en su casa un precioso reloj de pared de fabricación americana y más de cien años de antigüedad, que es mucho tiempo incluso para un reloj. Cuando se quedaba solo le gustaba manejarlo, escudriñarlo y auscultarlo para escuchar cerquita su latido, aquel tic-tac de corazón metálico. Tanto se enredó entre sus manecillas que finalmente Pedro Macías Falcón se hizo relojero, aprendiendo los trucos del oficio en el taller de un pariente, José Henríquez. Aunque aquello se parecía más bien a un reino mágico de cuerdas, áncoras, suspensiones y minuteros en la tranquilidad de Tenoya.