La gama de tonos ocre y anaranjados, o de puro bronce, definen y dibujan algunos de los rasgos esenciales de Gran Canaria.
Gran Canaria a veces se esconde. Entonces hay que ir a buscarla, por ejemplo en el fondo de valles pétreos, casi ignotos y ajenos a los senderos más transitados. Este juego del escondite concluye en alguna ocasión cerca de un puente de piedra del siglo XVIII, en un tramo del barranco de Barafonso donde, de pronto, las piedras rayadas se tornan de color naranja. Este colorido y angosto cañón de cenizas volcánicas y erosionado por el agua durante miles de años también forma parte del misterio de la isla infinita.