La playa de Melenara, en Gran Canaria, permite que nos sintamos los reyes del mar al menos por un día.
El escultor Luis Arencibia lleva el mar en la mirada, como le ocurría también al poeta Rafael Alberti. El brillo marino de sus ojos tiene una explicación y un origen. De niño, el artista nadaba hasta el puntón de piedra volcánica que sobresalía de la marea en la vertiente sur de la playa de Melenara, en Telde (Gran Canaria). Muchos años más tarde, Arencibia crearía una escultura en bronce de Neptuno de más de cuatro metros de alto que preside en la actualidad la zona y le permite al señor de los mares divisar su reino azul desde la atalaya.