La naturaleza verde de Gran Canaria se manifiesta de las formas más maravillosas y sorprendentes.
Existe un mundo mágico donde reinan los laureles, los naranjeros salvajes, los viñátigos, los paloblancos, los sauces, los madroños, los tejos, los tilos y los mocanes. Y está en Gran Canaria. Esta relación de nombres que parecen extraídos de un libro de hadas, duendes y magos identifica en realidad a los árboles que otorgan cuerpo y alma a la laurisilva, el bosque misterioso y primigenio que se aferra a la isla y desde el que se proyecta además el latido más nítido y claro de su corazón verde.