El túnel de la carretera de La Aldea facilita el acceso a uno de los lugares más recónditos y bellos de Gran Canaria.
El coche avanza entre dos inmensidades que te hacen sentir pequeño y afortunado a partes iguales. Si vienes desde Las Palmas de Gran Canaria y has dejado atrás Agaete, a tu derecha se expande el océano. Al otro lado se levanta -o cae, según se mire- una hilera de riscos que deja paso de cuando en cuando a barrancos que salen al encuentro del mar. Sí, la carretera que desemboca en La Aldea de San Nicolás es una sucesión de kilómetros de belleza.