La especial orografía de la isla de Gran Canaria propició que los habitantes del mundo rural tuvieran que tirar muchas veces de inventiva. Y por ello buscaron medios y técnicas para salvar obstáculos, y superar los grandes barrancos y riscos que recorren la isla. De esta forma surgió el Salto del Pastor.
Mediante una vara larga de madera, llamada en Gran Canaria garrote, a la que se le coloca una punta metálica, conocida como regatón, se lograba salvar las subidas y bajadas de cuestas, laderas y riscos. Con la ayuda de esta larga vara se realizan saltos para pasar de un lado a otro de un barranco o zanja, y trepar por los escarpes apoyándose en ella.
La forma habitual de usar el garrote es clavar el regatón en un lugar inferior al que se está y deslizarse por el palo para salvar el desnivel. Y se va repitiendo el salto, cuantas veces sea necesario, hasta llegar a la parte más baja del barranco.
No obstante, hay que tener en cuenta que existen otros muchos tipos de saltos según sea el obstáculo a salvar, algunos tan arriesgados y peligrosos que han propiciado bellas leyendas como la del "salto del enamorado" o "de media luna".
El uso del garrote se emplea en la subida y paso de muros, velocidad en bajada de riscos, saltos de precisión, así como en juegos.
El Salto del Pastor es una actividad cultural, una práctica no deportiva, parte del patrimonio cultural de Canarias. Sus practicantes, normalmente pastores, utilizan un palo de madera, generalmente de pino, como medio para recorrer la sinuosa orografía del archipiélago canario.