En lo más alto del macizo de Tamadaba, asomado entre los pinares, destaca el Pico de la Bandera con sus 1444 metros de altura. Para llegar hasta él nos aventuramos en un largo recorrido, que se inicia desde el cercano pueblo de Artenara hasta llegar al Pinar de Tamadaba, espacio sobre el que se ubica este peñón.
El precioso pueblo de Artenara es la localidad más elevada de Gran Canaria. Está situada en torno a los 1200 metros de altitud sobre el nivel del mar. Su ubicación, unida al imponente paisaje que la rodea, fueron protagonistas de algunas populares líneas del famoso escritor Miguel de Unamuno.
Camino al lugar, numerosos escarpes y barrancos, miradores y degolladas nos van alejando desde las profundidades de la Caldera de Tejeda hasta llegar al macizo oeste de la isla: el Parque Natural de Tamadaba. Este pétreo y particular paisaje que recorremos hasta aquí fue denominado por el mencionado autor como la Tempestad Petrificada en su visita a Gran Canaria:
“El espectáculo es imponente. Todas aquellas negras murallas de la gran caldera, con sus crestas que parecen almenadas, con sus roques enhiestos, ofrecen el aspecto de una visión dantesca. Es una tremenda tempestad petrificada, una tempestad de fuego, de lava, más que de agua”, aseguró dejando tras su marcha la definición más repetida y famosa de la cumbre. Después de la lava, después de los cataclismos y después de la batalla entre los elementos llegó, al fin, el momento de la palabra” Miguel de Unamuno en Gran Canaria, 1910.
Tras siete kilómetros de curvas bordeando el abrupto relieve de Artenara llegamos a Tamadaba. Estamos ante uno de los pinares en mejor estado de conservación de la isla, y su papel es fundamental en la recarga hídrica y la conservación del suelo en esta vertiente donde las precipitaciones son escasas.
Se trata de una zona muy poco alterada por la mano del hombre. Un lugar de conexión con la naturaleza y desconexión con lo demás. Para disfrutar al máximo de este entorno recomendamos transitar por las numerosas rutas senderistas que cruzan su territorio. Además cuenta con un área recreativa localizada y señalizada.
Este macizo rompe hacia la inmensidad del Atlántico en el Risco de Faneque, uno de los acantilados más altos del mundo que, con sus 1027 metros de altitud que caen directamente sobre el mar, no deja de maravillar a propios y ajenos.
Para llegar hasta el Pico de la Bandera podremos identificar el principio del camino con bastante facilidad gracias a la adecuada señalética. A uno de los lados de la carretera la ruta comienza ascendiendo una escalera empedrada que se mimetiza con el entorno.
El paseo es un agradable ascenso por sendero bordeando la cabecera hasta alcanzar la cima en poco menos de una hora de trayecto. Una subida envuelta entre flora típica del lugar, pinos que adoptan curiosas formas buscando su espacio en el bosque, olores refrescantes y la belleza que esta isla ofrece nada más adentrarnos en ella.
Tamadaba también es un lugar muy frecuentado por los amantes de la escalada. Cuenta con incontables paredes con vías incorporadas, que permiten a los escaladores trepar por sus escarpes en busca de la adrenalina más pura sin poner en riesgo la seguridad de los participantes. Un auténtico rocódromo al aire libre.
Aquí no llegan los ruidos. El ambiente natural invita al silencio, disfrutando de la naturaleza y su sencillez. Acércate a este rincón por el que merece la pena perderse para ver la isla desde otros ojos.
Desde Las Palmas de Gran Canaria, tomamos la carretera general del Norte (GC-2) dirección Gáldar. Al llegar a la ciudad de Gáldar, salimos de la autopista y entramos en la zona industrial de San Isidro, en el mismo municipio.
Allí alcanzaremos una rotonda en la parte superior de la zona industrial y cogemos la salida dirección Artenara. Por esta carretera avanzamos subiendo hasta encontrar la señalización correspondiente al lugar.
También puede llegarse desde Tejeda, pasando por Artenara –dirección Tamadaba– o como continuación de la Ruta de las Presas, que parte de La Aldea de San Nicolás y continúa hacia el Parque Natural.
Muy cerca de Tamadaba encontramos una laguna entre las montañas sagradas de Gran Canaria. Este lugar nos evoca a otras localizaciones más típicas del sureste asiático como Filipinas o Tailandia, pero realmente nos encontramos en la zona de Lugarejos, en el municipio de Artenara.
Limitando con el Yacimiento del Risco Caído por el saliente (E) y con el Pinar de Tamadaba por el poniente (W) encontramos la emblemática Presa de Los Pérez: el mayor de tres embalses escalonados situados en este barranco cumbrero. Un rincón que emana paz, tranquilidad y una enorme belleza para el visitante.
Junto a la presa se halla la localidad de Lugarejos, un pequeño pago de Artenara, situado a 900 metros de altitud y caracterizado históricamente por ser un barrio artesano, cuenta con una antigua tradición locera cuyas técnicas han sido heredadas de la tradición prehispánica de Gran Canaria.
Estas prácticas trabajan la alfarería popular elaborando elementos clásicos como tostadores, cafeteras, tazas o sahumadores. La principal material prima de esta acitivdad es el almagre, una tierra de color rojizo y textura arcillosa, muy típica de los espacios húmedos de las islas y que presenta este particular color debido a la abundante presencia de minerales como el hierro.
El pueblo más elevado de la isla. Con apenas un millar de habitantes,este pueblo cumbrero se asoma a la Caldera de Tejeda desde el oeste. Caracterizado por poseer un enorme número de casas cueva, este tipo de arquitectura es su principal seña de identidad.
También posee una amplia red de miradores que asoman a ambos lados de esta población, ya que está ubicada en el filo de un gran acantilado. Esta localidad maravilló al autor Miguel de Unamuno durante su visita a las cumbres de Gran Canaria en el año 1910, a la que bautizó como la Tempestad Petrificada.
También ofrece una amplia oferta gastronómica basada en las carnes de su ganado y los caldos caseros para combatir los inviernos de la zona. Varios de sus restaurantes ofrecen unas vistas espectaculares.
Muy cerca de este lugar podemos encontrar monumentos naturales como la Caldera de Tejeda, la Caldera de los Pinos de Gáldar o el impresionante cono volcánico del Montañón Negro.
La finca de Tirma cuenta con una superficie de 2.000 hectáreas que forman una parte importante del Parque Natural de Tamadaba. Debido a su situación de aislamiento natural posee un enorme interés geológico, botánico y faunístico. La finca está abierta a todo el que quiera disfrutar de este bello rincón de Gran Canaria, aunque existen algunas limitaciones –el senderismo es la actividad más realizada dentro de la finca y no requiere de permiso–.
En este espacio se encuentra la montaña de Tirma, que da nombre a la finca. Este lugar es uno de los centros arqueológicos más importantes para conocer la historia de los antiguos habitantes de la isla. Aquí se localizan poblados de casas construidas en torno al llano de Tirma, próximo al Pinar de Tamadaba, que probablemente se basaban en una economía pastoril y agrícola de bajos recursos. Forma parte del conjunto denominado como Montañas Sagradas junto a otros lugares como los Roques o el Risco Caído. Todo un espacio por descubrir.