Escondido del ruido y al calorcito del sur de Gran Canaria, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana encontrarás un pueblo escondido entre los barrancos donde predomina el color blanco: Fataga.
Un caserío tradicional canario asentado en el valle de las mil palmeras, a tan solo unos cuantos kilómetros de las urbanizaciones más turísticas del sur.
Este pequeño rincón con mucho encanto, calles estrechas y casas empedradas, está flanqueado por impresionantes riscos y peñascos. Pero lo encontrarás fácilmente gracias al resplandor que desprenden sus casas en los días soleados.
Las hermosas montañas que se divisan desde la carretera que lleva a Fataga anuncian lo majestuoso de este pequeño pueblo de calles intrincadas y blancos caseríos.
Un acertijo de callejuelas que se asienta en el corazón de uno de los mayores barrancos de la isla, cuyos gigantes pétreos que custodian el valle y lo protegen con un oasis de palmeras, naranjos, frutales y otros endemismos que expresan el carácter único de la naturaleza insular. Un rincón cálido y acogedor a tan solo 20 kilómetros de Maspalomas.
Fataga es un pequeño pueblo que ha conservado la arquitectura rural de Gran Canaria, y que ha sabido mantener con mimo la tradición e identidad local.
De los principales barrancos que surcan la isla, el barranco de Fataga representa la segunda cuenca en cuanto a extensión superficial: 140 Km2. Se trata de un impresionante cañón en la vertiente sur de Gran Canaria que asciende desde las llanuras de Maspalomas hasta el lomo de los Altos de Fataga a 900 metros de altitud, cerca de la población de Tunte, capital administrativa de San Bartolomé de Tirajana, en las medianías del sur y con privilegiadas vistas a la cumbre.
Para los amantes del senderismo es todo un lujo perderse por las rutas que atraviesan estos barrancos como el popular Camino de Santiago de Gran Canaria, donde encontrarás bellísimos parajes naturales e impresionantes miradores.
Este territorio árido y casi desértico está salpicado por pequeños oasis en varios puntos de su cauce. El caserío de Arteara se encuentra envuelto por una sorprendente palmera. Destaca también su necrópolis, un cementerio prehispánico.
Cerca del pueblo de Fataga, rodeando la presa homónima y la zona de los molinos –denominada así por la presencia de antiguos molinos de agua para la elaboración de gofio– otro gran palmeral decora la cabecera del barranco antes de rematar en los Altos de Fataga, donde encontramos un bonito mirador y un hotel rural que entre pinos vigila en la distancia las lejanas ya Dunas de Maspalomas.
Se le conoce como el Valle de las Mil Palmeras por ser uno de los puntos de la isla con más unidades de esta especie en el territorio insular. Cabe destacar que Gran Canaria es la isla con mayor población de Phoenix canariensis de todo el archipiélago.
En coche:
Para llegar al pueblo de Fataga desde la capital, debes tomar la GC - 1 en dirección Maspalomas. Tomar la salida 45 de la GC-1, a la altura de San Fernando y continuar por la GC-60 en dirección Fataga. Desde Maspalomas deberá tomar la carretera GC-60 y continuar la señalización hasta llegar al pueblo de Fataga. Sin desviaciones.
En guagua:
Desde Las Palmas de Gran Canaria. Itinerario: Coger en la estación de guaguas de San Telmo la línea 8 en dirección el Doctoral. Una vez allí hacer trasbordo con la línea 34 hasta San Bartolomé de Tirajana, para posteriormente hacer transbordo con la línea 18. Desde Faro de Maspalomas se puede viajar con la línea 18 dirección Tejeda .
En las calles del pueblo de Fataga, al margen izquierdo de la plaza de San José, se encuentra el estudio del escultor Luis Alemán Montull (Las Palmas de Gran Canaria, 1931), autor de Las Actividades Primitivas Canarias, ubicada en pleno centro de la capital, en la rotonda de la plaza de España de la ciudad.
En la misma plaza de San José se puede observar otra de sus obras, el Monumento Homenaje a la mujer artesana. Cuentan los que saben que es una delicia hablar con él y que es fácil encontrarlo en la puerta de su casa, normalmente abierta.
Algunos llaman lo llaman el Gran Cañón de Gran Canaria. Desde este mirador se puede observar una increíble panorámica de la isla. Desde las doradas Dunas de Maspalomas en la costa hasta los picos más altos de la isla, unidos a la vista por esta garganta geomórfica de gran profundidad que sobrecoge a cualquier visitante. Barranco arriba se pueden observar desde la distancia los caseríos de Arteara y Fataga, y al fondo rematan la escena los imponentes Riscos de Tirajana.
Los Riscos de Tirajana son un monumento natural que alberga un impresionante paredón vertical que remata en las cumbres más elevadas de la isla, ascendiendo desde los 700 metros en lugares como Rosiana (Santa Lucía de Tirajana) o La Montaña (San Bartolomé de Tirajana) hasta alcanzar las cotas más altas en el Pico de la Gorra (1930), el Pico de las Nieves (1949 m) o el Morro de la Agujereada (1960 m), siendo este el punto más elevado de Gran Canaria.
La necrópolis de Arteara es un yacimiento arqueológico de gran importancia en la isla. Se trata del mayor cementerio indígena de Gran Canaria, no solo en tamaño, sino también en número de tumbas. Aquí se concentran más de 800 túmulos. Para visitarlo, se puede hacer el recorrido circular que comienza junto al Centro de Interpretación.
El Molino de Agua de Fataga es una finca que cuenta con huerto ecológico, restaurante, piscina y un pequeño hotel rural con un total de 14 habitaciones. Un lugar ideal para pasar el día y visitar el Molino de Los Cazorla: una rueda de agua construída en el año 1880 por Sebastían Cazorla Jimémez, conforme a los cánones de la arquitectura tradicional rural de la época, por lo que fue reconocido como Bien de Interés Cultural en 1995. Este triturador era utilizado históricamente en la elaboración de gofio y otras harinas.
El Parque Natural de Pilancones se encuentra ubicado en la mitad meridional de la isla de Gran Canaria, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana. Se trata de un espectacular parque natural que ocupa una extensión de unas 5.794 hectáreas, cuyos pinares cuentan con características aptas para el asentamiento de grandes poblaciones avícolas, por lo que se ha incluido en la red de zonas especiales para la protección de aves.
