Atrás queda el ajetreo de la ciudad, el jaleo de la carretera. Adentrarse por las callejuelas de El Roque significa ir destapándose y dejar atrás lo superfluo. Un corto paseo entre calles estrechas nos asoma al mar. Mar que da vida a este lugar. Estamos en la costa norte de Gran Canaria, concretamente en el municipio de Moya.
Uno de los rincones de la isla donde puedes sentir de cerca la fuerza del océano, sólo poniendo atención a tus oídos. Es inútil tratar de poner palabras a la belleza de un atardecer en El Roque, donde el rojo del cielo contrasta con la espuma de las olas que rompen al chocar contra este dique natural, que se adentra en el Atlántico.
El Roque es testigo de épocas pasadas en las que se trabajaba cada porción de tierra fértil que podía encontrarse y las casas se construían en lugares casi imposibles, allí donde no se podía cultivar. Subir hoy por la empinada cuesta que atraviesa el barrio es como saltar a otro tiempo mecidos por la historia del lugar, a 320 metros mar adentro, un conjunto de callejuelas que rebosan entre sus cortantes acantilados que chocan con las olas.
¡Tranquilos!, para quienes se marean no hay peligro, en El Roque no se llega a zarpar del promontorio basáltico donde se asientan los pies. Caminar por la cubierta de este viejo bergantín encallado en la costa moyense es una grata experiencia para los sentidos.
Porque el único susto que se puede llevar el visitante es la interrupción del camarero que aparece con el menú de un restaurante ubicado al final del camino, con primera fila a las vistas de un cuadro mágico.
Para llegar a El Roque, debemos tomar la carretera del norte GC-2 hasta alcanzar nuestro destino. No obstante, un paseo por Moya no debe terminar sin conocer los edificios emblemáticos de la villa. Entre ellos cabe destacar la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria y la Casa Museo Tomás Morales. La centrada ubicación de este municipio nos permite tener a tiro de piedra numerosos enclaves de gran interés para el visitante. Continúa leyendo para descubrir más.
La privilegiada ubicación del lugar, en pleno centro de la costa norte de la isla, nos sitúa en una zona con numerosas posibilidades de visita y con buenas conexiones viales para nuestros recorridos. Aquí te dejamos algunas recomendaciones para visitar cerca de Moya:
Reserva Natural Especial de Los Tilos de Moya
Relicto de laurisilva que cubrió el norte grancanario. Carretera GC-700 Moya-Sta. Mª de Guía.
Caldera de los Pinos de Gáldar
Cráter de explosión circular que pertenece a las manifestaciones volcánicas más recientes de la isla. Carretera GC-70 Fontanales-Artenara.
Monumento Natural del Montañón Negro
Volcán que emitió lavas fluidas que se derramaron a favor de la pendiente y originaron un canal de varios metros de ancho. Carretera GC-21 Valleseco-Artenara.
Reserva Natural Integral del Barranco Oscuro
Pequeño relicto del antiguo bosque de laurisilva que cubría las medianías en su totalidad. Carretera GC-70 Fontanales-Valleseco.
Reserva Natural Especial de Azuaje
Es uno de los pocos barrancos de Gran Canaria por el que aún discurre el agua. Carretera GC-350 Moya-Firgas.
Iglesia de Nuestra Sra. de Candelaria
En su interior se conservan piezas artísticas de gran valor histórico, unas de notable antigüedad y otras de reciente adquisición. Plaza de La Candelaria, s/n.
Heredad de Aguas de Moya
Magnífica pieza de singular belleza. No se puede visitar el interior. En la zona central de su fachada destacan 6 columnas neoclásicas pareadas. C/. León y Castillo, 5.
Casa-Museo Tomás Morales
Museo integrado por objetos y recuerdos estrechamente vinculados al autor y de naturaleza variada, partiendo del legado del poeta. Plaza de Tomás Morales, s/n.
La Ermita de San Bartolomé de Fontanales
En su interior podemos encontrar la imagen de San Bartolomé, atribuida al escultor guiense Luján Pérez.