En las medianías del este de la isla, al otro lado del barranquillo de Ingenio, cruzando el famoso puente que años atrás sirvió para superar el reguero de agua que antiguamente corría barranco abajo, encontramos el pintoresco barrio de El Sequero.
Perteneciente al casco histórico de Ingenio y pese a estar separado por un pequeño cauce es uno de los lugares más emblemáticos de esta localidad. Se sitúa en lo alto de su zona urbana, y accederemos desde el final de la calle Rueda, que conecta con este pequeño barrio.
El puente que une ambos barrios dejó de ser imprescindible años atrás. Antiguamente significó la alianza y conexión entre ambas partes, pues era paso obligado para ir a la iglesia y otras labores para las que había que sortear las aguas del barranco, que entonces corrían con frecuencia.
Al otro lado, la parroquia de Nuestra Sra. de la Candelaria, iglesia que fue reconstruida con cantera del propio municipio en 1908. Antes de su reforma, el templo constaba de una pequeña ermita levantada –según las escrituras– en 1560, lugar donde ya se reunían los primeros fieles de la zona.
El Sequero es un coqueto rincón de suelos empedrados, casonas tradicionales, fincas y jardines. Las calles de este pequeño casco aún conservan cierta pureza que el paseante puede identificar con facilidad.
Desde allí no es extraño que se perciban aromas como el olor a pan recién hecho. Ello nos ayuda a entender la historia de Ingenio y sus barrios. Así como también su evolución. El pan es uno de los manjares irrepetibles de la gastronomía más tradicional de esta localidad. Aquí es conocido popularmente por su forma redondeada como ‘Pan de Puño’.
En el pueblo aún quedan dos panaderías tradicionales que elaboran este sabroso y potente panecillo, como bien manda la tradición.
Este barrio está ubicado en el término municipal de Ingenio, municipio que recibe su nombre por la antigua presencia de numerosos ingenios azucareros en su territorio. Estos ingenios eran pequeñas instalaciones industriales, bastante rudimentarias, donde se procesaba y prensaba la caña de azúcar, y constituyó una importante fuente de riqueza en la isla durante los siglos XVI y XVII.
La primera construcción de una de estas industrias en la zona data del siglo XVI. Los ingenios y cañaverales se extendieron rápidamente por Gran Canaria. En primer lugar, por los barrancos y medianías del norte, pero el éxito de su exportación hacia América hizo que esta actividad se extendiese rápidamente hacia otros territorios más septentrionales como es el caso de Ingenio.
A finales del siglo XVI, la extensión de este cultivo por el continente americano produjo una drástica reducción en la demanda para mercados europeos. Ello acabó empujando al abandono de estas explotaciones. Esto afectó gravemente a la degradación paulatina de las instalaciones empleadas en la producción azucarera.
En este lugar abundan los topónimos referentes a cultivos. Sin ir más lejos, El Sequero es uno de ellos, pues históricamente era una comarca de tierras dedicadas al cultivo de trigo, cebada y centeno. Cereales que hacía falta dejar secar tras su colecta, antes de ser empleados para elaboraciones como las harinas. Aún a día de hoy estos productos son parte inseparable del sabor más puro del lugar.
Para llegar hasta El Sequero debemos acercarnos hasta el casco de Ingenio. Una vez aquí, hay que localizarse en la calle Rueda, que se separa del núcleo urbano para descender por el pequeño barranco donde se ubica el popular puente que une ambos barrios.
Este impresionante barranco es uno de los más grandes de la isla. Su cauce separa los municipios de Ingenio y Agüimes y abarca desde la costa hasta la cumbre. El valle se erige en las medianías del sureste y remata en la Caldera de Los Marteles, un antiguo cráter volcánico a casi 1500 metros de altitud. El lugar ha sido poblado desde tiempos prehispánicos debido a su gran riqueza en flora y fauna y la abundancia de agua en su suelo.
Estos singulares valores medioambientales y patrimoniales que encierra este impresionante espacio han contribuido a su declaración como Monumento Natural por la Ley de Espacios Naturales de Canarias y como Bien de Interés Cultural, con la categoría de Zona Arqueológica por la ley de Patrimonio Histórico de Canarias.
En el corazón de este barranco se ubica un pequeño pueblo de gran encanto plagado de casas cueva, arquitectura que es típica de la zona. Su construcción busca la estabilidad térmica de la vivienda, permitiendo mantener la estancia templada en invierno y fresca en verano.
Este lugar también destaca por su amplia oferta gastronómica y cuenta con varios restaurantes labrados en la roca que apuestan por la cocina tradicional canaria. El lugar idóneo para disfrutar del sabor más auténtico de Gran Canaria.