Este lugar nos evoca a otras localizaciones más típicas del sureste asiático como Filipinas o Tailandia, pero realmente nos encontramos en la zona de Lugarejos, en el municipio de Artenara.
Limitando con el Yacimiento de Risco Caído por el saliente (E) y con el Pinar de Tamadaba por el poniente (W) encontramos la emblemática Presa de Los Pérez: el mayor de los tres embalses escalonados situados en este barranco cumbrero. Un rincón que emana paz, tranquilidad y una enorme belleza para el visitante.
Lugarejos es un pequeño pago de Artenara situado a 900 metros de altitud y caracterizado históricamente por ser un barrio artesano ya que cuenta con una antigua tradición locera, cuyas técnicas han sido heredadas de la tradición prehispánica de Gran Canaria. Estas prácticas trabajan la alfarería popular elaborando elementos clásicos como tostadores, cafeteras tazas o sahumadores; utilizando fundamentalmente el almagre, una tierra de color rojizo y textura arcillosa, muy típica de los espacios húmedos de las islas y que presenta este particular color debido a la abundante presencia de minerales como el hierro.
Actualmente, esta actividad ha perdido funcionalidad y competitividad económica pero conserva un fuerte valor etnográfico y es una fuente de interés didáctico y turístico. El Centro Locero de Lugarejos es el mejor escaparate donde observar estos trabajos en primera persona.
A pocos metros de este pago se halla el Yacimiento Arqueológico del Risco Caído, lugar de culto a las Montañas Sagradas de Gran Canaria para los antiguos pobladores de la isla y un auténtico calendario solar labrado en la roca para organizar los cultivos según la época del año.
La isla posee innumerables obras hidráulicas de gran valor histórico y patrimonial, algunas bajo la categoría de grandes obras y otras como trabajos menores sin registro: embalses, estanques, acueductos, túneles y galerías; forman parte de la historia cultural y paisajística de Gran Canaria, transformando el paisaje y agudizando el ingenio de sus habitantes, sabedores del gran valor de este bien indispensable para la vida.
La presa de Los Pérez es un claro ejemplo del empeño de los isleños por acumular el agua regalada por las nubes. Su construcción data del año 1934 y linda directamente con la vecina presa de Lugarejos, la cual rebosa sus aguas en esta. Y barranco arriba se ubica la presa de Las Hoyas, entre las poblaciones de Coruña y Las Hoyas.
Juntas ejemplifican una obra escalonada que refleja la ansiada búsqueda del aprovechamiento del agua en la zona. Todas pertenecen a la Comunidad de Regantes del Norte.
Rodeando sus aguas hallamos cultivos en terraza para combatir el desnivel de sus laderas, una continua adaptación del hombre y del entorno que nos transporta a lugares exóticos.
Según avanzamos la carretera y nos acercamos al lugar, antes de que la vista consiga alcanzar la presa, ya puedes sentir la calma. Sus aguas comienzan a rodear el camino. Un paisaje apacible se rinde a nuestros pies. Al llegar a sus muros uno queda inserto bajo un bosque de pinos, refugiado por una una ladera de montaña llena de cultivos y casas cueva y unas vistas espectaculares. Un lugar donde podemos sentir como tierra, mar y cielo se combinan a la perfección.
Desde Las Palmas de Gran Canaria, tomamos la carretera general del Norte (GC-2) dirección Gáldar. Al llegar a la ciudad de Gáldar salimos de la autopista y entramos en la zona industrial de San Isidro, en el mismo municipio.
Allí alcanzaremos una rotonda en la parte superior de la zona industrial y cogemos la salida dirección Artenara. Por esta carretera avanzamos subiendo hasta encontrar la señalización correspondiente al lugar.
También puede llegarse desde Tejeda, pasando por Artenara –dirección Tamadaba– o como continuación de la Ruta de las Presas que parte de La Aldea de San Nicolás.
Está situado en la población de Lugarejos, en el municipio grancanario de Artenara, y tiene sus puertas abiertas al público de 10:00 a 14:00 horas. Una muestra que pone en valor la historia del pago y de la artesanía como actividad principal del lugar.
A pocos kilómetros, en el extremo oeste de la isla, encontramos el Parque Natural de Tamadaba. Un espacio protegido que acoge desde los acantilados costeros más impresionantes hasta el pinar más salvaje de Gran Canaria. Este macizo está coronado en su núcleo por el Pico de la Bandera (1444 m) y rompe hacia el Atlántico en el Risco de Faneque, uno de los acantilados más altos del mundo con sus 1027 metros de altitud que caen directamente sobre el mar.
Sus pinares son denominados popularmente como ‘el Pulmón de Gran Canaria’ por su gran estado de conservación y su papel en contribución de la limpieza y purificación del aire. Al igual que otros pinares centenarios de la isla, como el de Inagua, este espacio tiene una importancia fundamental en la recarga hídrica y la conservación del suelo en esta vertiente de la isla donde las precipitaciones son escasas.
Se trata de una zona muy poco alterada por la mano del hombre. Lugar de conexión con la naturaleza y desconexión con lo demás. Para disfrutar al máximo de este entorno podemos transitar por las numerosas rutas senderistas que cruzan su territorio. Además, cuenta con un área recreativa localizada y señalizada.
En su cara noreste encontramos el Mirador de los Llanos de la Mimbre: un tablado que reposa sobre los acantilados de la cabecera del barranco de Guayedra, regalándonos unas vistas espectaculares de los municipios de Gáldar, Agaete y la isla vecina de Tenerife.
La finca de Tirma cuenta con una superficie de 2.000 hectáreas que forman una parte importante del Parque Natural de Tamadaba. Debido a su situación de aislamiento natural posee un enorme interés geológico, botánico y faunístico. La finca está abierta a todo el que quiera disfrutar de este bello rincón de Gran Canaria, aunque existen algunas limitaciones –el senderismo es la actividad más realizada dentro de la finca y no requiere de permiso–.
En este espacio se encuentra la montaña de Tirma, que da nombre a la finca. Este lugar es uno de los centros arqueológicos más importantes para conocer la historia de los antiguos habitantes de la isla. Aquí se localizan poblados de casas construidas en torno al llano de Tirma, próximo al Pinar de Tamadaba, que probablemente se basaban en una economía pastoril y agrícola de bajos recursos. Forma parte del conjunto denominado como Montañas Sagradas. Todo un espacio por descubrir.