Por esta degollada, hoy El Mirador y antes Paso Marinero, entraban a los acantilados, por peligrosas sendas orchilleros, para extraer el valioso liquen de la orchilla (materia prima para colorante de tejidos), pastores y, sobre todo, mareantes que bajaban hasta las caletas y playas para las tradicional pesca y marisqueo.
Estamos en la parte antigua de Gran Canaria; una isla volcánica surgida del mar hace unos 5 millones de años y que, en un millón de años, en forma de escudo, avanzaba unos kilómetros hacia el mar.
Por este flanco la isla vieja debió sufrir un gigantesco desplome, quedando un corte en forma de arco de 20 km, que apreciamos en este Mirador desde la Punta de La Aldea a la Punta de Sardina. Estos acantilados constituyen un ilustrado libro de la historia geológica insular, donde podemos ver cada una de las coladas volcánicas (basaltos), que como una tarta, fueron elevando la isla hasta centenares de metros de donde estamos.
Este brazo de mar que separa a Gran Canaria de Tenerife alcanza, en su mediana, a 30 km de aquí, una profundidad de 2500 m, donde está surgiendo un volcán submarino cuyo cono alcanza unos 500 m de altura.
Estamos en el flanco sur del Parque Natural de Tamadaba, cargado de especies vegetales endémicas (en los acantilados y en sus laderas cubiertas de cardones, tabaibas) así como faunísticas sobre todo de aves marinas (pardelas, petreles) que nidifican en estos acantilados.
La Memoria de este lugar no solo es de orchilleros, pastores y mareantes sino del paso y obras de la carretera La Aldea-Agaete (1934-1954). Aquí subía desde La Aldea la pista para las obras de esta vía histórica, de 32 km, trazada hace 80 años con gran dificultad, sobre todo en El Andén Verde; y, desde la que hoy, se pueden observar perspectivas extraordinarias desde La Aldea a Agaete.