Este mirador es una de las atalayas desde donde contemplar la importante cuenca del Barranco de Tirajana.
Destaca en el paisaje la palmera canaria o palma (Phoenix canariensis), de importancia crucial en la cultura tradicional de Tirajana, relacionada directamente con su artesanía. Grandes ejemplares, mezcladas con olivos, configuran manchas de vegetación que permiten imaginar un pasado en el que el medio natural fue gradualmente transformado por el hombre para encontrar en él los medios necesarios para la subsistencia.
La historia de este espacio se encuentra jalonada de acontecimientos que dan fe de su pasado agrario, iniciado en la época histórica con la caña de azúcar y sus ingenios azucareros. En la actualidad la dedicación plena a la agricultura ha ido perdiéndose a favor de otras alternativas emergentes derivadas del desarrollo turístico. Éstas brindaron a sus pobladores la posibilidad de salir del aislamiento que, aún hoy, impone su orografía, para trasladarse a núcleos más próximos a la costa cuyo crecimiento se debe en gran parte a este fenómeno.
Este paisaje que hoy se aprecia fue el escenario donde se representó gran parte de la historia del centro sur de Gran Canaria. Santiago de Tunte continúa no obstante siendo lugar de peregrinación como antaño, en un tiempo en que todos los caminos llevaban a Tunte.
En las palabras de René Verneau, antropólogo francés que visitó asiduamente Gran Canaria entre finales del siglo XIX y principios del XX, queda reflejada su riqueza e importancia en ese momento: Los habitantes de Tirajana son esencialmente agricultores. No podía ser de otra forma, dada la fertilidad de este valle, que produce en abundancia un excelente millo y frutas muy diversas. Sobre todo, los higos y las almendras gozan de una gran fama. Quizá en esta región es donde se encuentra la mayoría de esas ricas perdices rojas, tan comunes en todas las montañas de Gran Canaria.
Todo el territorio al oeste del Barranco de Tirajana (excepto una pequeña franja costera) forma parte de la Reserva Mundial de la Biosfera de Gran Canaria, declarada por la UNESCO el 29 de junio de 2005.
