236 kilómetros de costa convierten Gran Canaria en puerto de destino de multitud de europeos. Navegantes, buceadores, surferos y surferas, pescadores de altura. Todos escapan a una isla con un resorte magnético para cualquiera que busque su mar de buen tiempo.
¿Pero qué mezcla a gente tan diferente en el mismo punto del océano? Pues ahí va la receta del cóctel marino. El primer ingrediente, uno de los mejores climas del territorio europeo. La temperatura del agua (entre los 18 grados de invierno y los 22 del resto del año) y las óptimas condiciones de mar y viento permiten practicar deportes náuticos los doce meses.
A eso se suman las corrientes marinas que reúnen bancos de peces en fondos espectaculares. Y los vientos a medida, que ofrecen un gran campo de regatas. En una isla que mantiene abierta su gigantesca estación deportivo-marina todo el año, con un amplio número de infraestructuras con las que aprovechar sus condiciones naturales.
Esa es la razón por la que este pequeño punto del océano ha sido cuna de grandes navegantes como Fernando León, los hermanos Doreste, Roberto Molina, Patricia Guerra o Domingo Manrique de Lara. Y de windsurfistas de élite, como Daida e Iballa Ruano, o como el 13 veces campeón del mundo Björn Dunkerbeck.
Si es usted un loco del mar, o lobo de mar, o buceador, surfera o kitesurfero, pues entonces seguro que ya sabe que su destino de vacaciones le espera en Gran Canaria.