Nuestra ruta por Artenara durará aproximadamente cuarenta y cinco minutos, a los que habrá que sumar otros tantos para no perdernos la lección de historia muda que tiene que contarnos el antiguo y cercano poblado aborigen de Acusa…
Nos encontramos en el municipio más alto y menos poblado de Gran Canaria, de arraigada tradición agrícola y ganadera, y una de las zonas con mayores y más interesantes yacimientos arqueológicos de la isla. Acompáñeme en primer lugar por las calles del pueblo, conozcamos sus rústicos rincones, sus casas cueva en donde todavía hoy residen muchos de sus habitantes. Visitemos a la Virgen de la Cuevita, de antigua devoción, que descansa en una curiosísima ermita excavada en la toba volcánica y en la que todos los elementos religiosos nacen de la piedra. Asomémonos a contemplar, como hiciera Don Miguel de Unamuno a principios del siglo pasado, los hermosos paisajes de la cuenca de Tejeda con los majestuosos roques Bentayga y Nublo vigilando altivos el Valle de La Aldea.
Pero vayamos por pasos. En primer lugar le recomiendo que visite la oficina de Información Turística de Artenara, donde encontraremos una exposición permanente de los elementos de una casa cueva y del proceso de elaboración de la cerámica tradicional de Lugareños. Luego, acompáñeme a la Plaza de San Matías, que es el centro neurálgico del núcleo urbano de Artenara y un excelente lugar para comenzar nuestra ruta a pie.
Plaza de San Matías
La plaza de San Matías invita al paseo. Recorramos tranquilamente su perímetro y fíjese bien en las placas de los edificios porque cuentan la historia del municipio. Es el caso de la Casa del Correo, que se incendió en 1895, o la Casa Parroquial, que data de mediados del S.XIX. Pasee sin prisas, pues toda Artenara inspira tranquilidad. Yo le espero frente a la Iglesia de San Matías, que está en medio de la plaza, para contarle algunos de sus secretos.
Iglesia de San Matías
La actual iglesia de San Matías data del S.XIX. De la fachada destacan sus dos torres construidas en piedra roja de Tamadaba; su planta es de tres naves, con una hermosa pintura mural, obra del artista teldense José Arencibia Gil, gobernando el sacro recinto. Si mira hacia el techo, descubrirá un hermoso ejemplo de artesonado de madera, de clara influencia mudéjar. Disfrute de la paz de la iglesia. Yo estaré esperándole fuera para llevarle a contemplar el apabullante paisaje de la cuenca de Tejeda.
Mirador de Unamuno
Acerquémonos unos instantes a contemplar el sobrecogedor paisaje de la cuenca de Tejeda. Salgamos de la plaza San Matías por la calle Párroco Domingo Báez y, nada más pasar la esquina, fíjese en la cercana ubicación del mirador, que se encuentra a unos veinte metros de nuestra posición. ¿Ve la escultura de hierro forjado contemplando eterna la agradable calma que se encuentra a sus pies? Es un homenaje al literato y pensador Don Miguel de Unamuno, una de las mentes más preclaras del pensamiento español de principios del S.XX. Unamuno paseó por donde nosotros paseamos ahora y quedó sensiblemente asombrado del pétreo paisaje que circunda Artenara. Pero lo hizo hace ahora casi cien años, en 1910.
Disfrute del panorama, del suave viento que sopla en su cara, de la incomparable paz que nos envuelve. Cuando desee regresar a la plaza por la calle Párroco Domingo Báez, fíjese en la construcción que hace esquina. Se trata de la Casa Quemada de la Esquina, construida en 1870 y que fue pasto de las llamas en 1925. Como curiosidad, sépase que fue la residencia habitual del pintor Miro Mainou, Premio Canarias de Bellas Artes de 1992. La placa conmemorativa que se encuentra en la fachada del edifico le explicará algunos datos más sobre esta curiosa construcción.
Virgen de la Cuevita
No podemos irnos de Artenara sin visitar la conocida Virgen de la Cuevita, emblema del municipio y responsable de que cada año el pueblo quede literalmente invadido por los miles de fieles y visitantes que se acercan hasta las cumbres de Gran Canaria para presentarle sus respetos. Un cartel bien visible señala desde la plaza de San Matías el camino que conduce a la cercana ‘cuevita’, en la que descansa la virgen, a unos 400 metros del núcleo urbano. Es la cueva que acoge a la virgen, una auténtica ermita labrada en la piedra y es quizá esta característica lo que más asombra al visitante.
Con referencias históricas ya desde el S.XVIII, fíjese cómo todos los elementos litúrgicos están labrados directamente de la piedra: altar, púlpito, confesionario y coro, entre otros. Al salir, acompáñeme a asomarnos al muro del paseo y fijémonos en las casas que hay debajo. Descubrirá que se trata de casas edificadas a partir de las antiguas cuevas aborígenes, muchas de las cuales continúan habitadas desde entonces.
Tómese su tiempo y disfrute de los encantos de este lugar, que yo le espero aquí para acompañarle hasta Acusa, nuestro próximo y último punto de parada.
Antiguo poblado aborigen de Acusa
La zona de Artenara fue en su día un importante asentamiento aborigen. Prueba de ello son los numerosos restos arqueológicos encontrados por sus laderas, muchos de los cuales descansan ahora en el Museo Canario, en Las Palmas de Gran Canaria, cita ineludible para adentrarse en la historia y conocer de primera mano como eran y vivían los aborígenes canarios.
Pero también podremos apreciarlo si nos fijamos bien en los acantilados que circundan la zona. Cientos de cuevas, unas naturales y otras excavadas por la mano del hombre hace siglos, jalonan los imponentes riscos de Artenara y Acusa. De entre todas ellas, el antiguo poblado aborigen de Acusa es de los que más cosas nos tiene que decir.
Hacia Acusa nos dirigiremos, tomando por la carretera que lleva al pinar de Tamadaba (uno de los pinares naturales mejor conservados de la isla) y girando en la desviación señalizada que encontramos a unos tres kilómetros del núcleo urbano de Artenara.
En su día, el asentamiento en este poblado excavado en los acantilados fue permanente, en parte debido a la protección que ofrecen sus muros. Durante el recorrido podemos contemplar cuevas artificiales de habitación y granero, así como casas actuales que utilizan el espacio de las antiguas viviendas de los antepasados aborígenes. Próximas a los graneros están las cuevas funerarias, donde se encontraron una decena de momias de hace mil quinientos años que hoy se pueden ver en el Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria.
¡Disfrute de la belleza de este lugar mientras carga las pilas de su cámara y llévese consigo una imagen de una cultura aborigen!
Yo me despido y espero que haya disfrutado de un agradable paseo en mi compañía. No quiero dejar de recomendarle que continúe visitando con nosotros otros rincones de la isla de Gran Canaria. ¡Le sorprenderán! ¡Gracias y hasta pronto!