En un tiempo en el que valoramos cada vez más las experiencias que nos aporta la tierra, la existencia de empresas con propuestas innovadoras resulta de gran atractivo. Es el caso de EtnoExperience Canarias, un proyecto que ofrece rutas de senderismo que van más allá de simples caminatas. Porque descubrir un lugar no es solo transitarlo.

En Bodega Mondalón, una de las bodegas más conocidas de Gran Canaria, nos reunimos con el fundador de Etnoexperience Canarias, Rafael Molina, buscando conocer en profundidad la filosofía de su trabajo y de su empresa. Y su firme apuesta por un desarrollo sostenible de la isla.

En 2013, decidí buscar una profesión que realmente me apasionara. En la búsqueda, me di cuenta de que podía combinar tres elementos importantes: mi formación en turismo, mi pasión por la tierra y el campo y mi afición por la montaña. Así fue como se me ocurrió la idea de ofrecer rutas de senderismo en Gran Canaria.

Me defino como un artesano del turismo, porque no hago cosas mecánicas ni rutinarias. Cuando el proyecto comenzó, me propuse llevar a los visitantes a lugares auténticos y poco conocidos, alejados de las rutas turísticas convencionales. Comencé a contactar con pastores para conocer más sobre su forma de vida y poder mostrar a los visitantes la riqueza cultural y patrimonial de la isla.

A lo largo de los años, hemos descubierto un conocimiento ancestral que no se encuentra en las guías turísticas, en los libros o en Internet. Ese es nuestro objetivo: ser un eslabón entre las generaciones mayores, que poseen un conocimiento invaluable sobre el entorno y la historia de la isla, y las nuevas generaciones, que han perdido el vínculo con la tierra debido al despoblamiento rural.

Sí, porque, como destino, interesa muchísimo potenciar esa forma de concebir el turismo. Es un turismo que aporta en todos los sentidos, no solo en lo económico. Tiene un impacto positivo en el territorio.

En lo económico, es capaz de generar economía de forma directa: una persona contrata a una empresa local para que le enseñe la isla y, en la visita, descubre el trabajo de productores locales. De esta manera, creamos una economía circular y, por supuesto, sostenible. Para mí eso debe ser la sostenibilidad: producir en nuestra isla todo cuanto sea posible.

Conocer Gran Canaria de una manera totalmente diferente a la que estamos acostumbramos. A raíz de la pandemia, la gente ha comenzado a explorar la isla de una manera diferente, buscando comprender su tierra, su isla.

En ese sentido, nosotros trabajamos, principalmente, con dos tipos diferentes de clientes. Por un lado, tenemos a personas locales que buscan vivir una experiencia única y personalizada con su grupo de confianza. Para ellos, su motivación principal es disfrutar de una experiencia adaptada a sus preferencias y llevarse conocimiento sobre la tierra y la cultura local.

Por otro lado, trabajamos con turistas extranjeros que tienen un perfil distinto al turista convencional. Estos turistas desean conocer la realidad de la tierra, conocer a las personas detrás de los productos y comprender la cultura canaria. Su motivación radica en vivir una experiencia enriquecedora que les permita comprender y valorar la cultura y los productos locales.

En las rutas, la mayor parte de los usuarios demuestra un alto grado de respeto hacia el entorno natural y cultural que visitamos. Son conscientes de la importancia de no ensuciar y de respetar el entorno natural y cultural en el que nos encontramos.

Personalmente, siempre trato de dar ejemplo llevando una bolsita en mi mochila para recoger cualquier desperdicio que encuentre durante la ruta. Esto es algo que la gente observa y puede ayudar a interiorizar la importancia de mantener el entorno limpio y en buen estado.

Es un aspecto fundamental en nuestras actividades. Durante la pandemia, observamos que muchas personas que no estaban acostumbradas a estar en entornos naturales comenzaron a visitar el campo sin tener el conocimiento ni la actitud adecuada. Actuaban en el campo como actuaban en la ciudad.

Nuestra labor consiste en hacerles entender que el respeto hacia el entorno es esencial. La clave está en la educación y la información que brindamos a nuestros usuarios. Les explicamos la importancia de seguir los senderos, de no dejar basura y de respetar el ecosistema en su estado natural. La naturaleza funciona por sí sola y no debemos alterar ese equilibrio.

Se sorprenden y se van impresionados, ya que no esperan encontrar la diversidad y riqueza que ofrece la isla. Para muchos, Gran Canaria es simplemente playa y hoteles. Sin embargo, cuando tienen la oportunidad de descubrir la auténtica Gran Canaria, quedan sorprendidos por la variedad de experiencias que pueden vivir aquí.

Cada vez más personas están buscando experiencias auténticas y diferentes, alejadas de los destinos turísticos tradicionales. Nuestra isla tiene mucho que ofrecer, por ejemplo, en términos de gastronomía y vinos únicos, y es emocionante poder compartirlo con el mundo.

La riqueza enológica que tenemos aquí es impresionante. Es sorprendente la diversidad de vinos que se pueden encontrar en esta pequeña zona en comparación con regiones vinícolas más grandes como La Rioja o Castilla-La Mancha.

El valor de las experiencias que ofrecemos a través de las rutas del vino y el turismo enológico es incomparable. La gente que nos visita, ya sean turistas locales o extranjeros, queda asombrada por la calidad y singularidad de nuestros vinos. Gran Canaria tiene una cultura vitivinícola respaldada por siglos de tradición. Con variedades de uva únicas que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo. Nuestro objetivo es que la gente aprecie y se enamore de nuestra tierra a través de estas experiencias enriquecedoras y auténticas.

No recuerdo exactamente cómo conocí a Tamara, pero, como ocurre en cualquier colaboración, nos presentaron, nos conocimos y le ofrecí la posibilidad de trabajar juntos.

Tamara es una persona valiosa para la isla, ya que está comprometida con la defensa del territorio y la recuperación de variedades de uva que estaban a punto de perderse, como el Albillo del Monte Lentiscal. Este es un tipo de uva único que solo se encuentra en este triángulo de la isla y nadie más lo estaba cultivando.

A través de esquejes de las plantas originales, Tamara ha logrado preservar y cultivar esta variedad, aunque aún están en proceso de investigación. Es un desafío, pero su valor emocional y el objetivo de preservar nuestras variedades de uva únicas hacen que valga la pena.

Una experiencia que recuerdo con especial cariño fue una pareja de Barcelona que contrató mis servicios al principio de mi carrera. Durante tres días, recorrimos juntos la isla, caminando y visitando queserías y bodegas, ya que su motivación principal era conocer la tierra y disfrutar del vino.

Recuerdo especialmente nuestra visita a Bodegas Bentayga, en Tejeda. Les gustó tanto el vino que probaron que, al acabar el recorrido, pidieron seis cajas de vino tinto y tres de vino blanco. En ese momento, me di cuenta de que personas que han viajado por todo el mundo son capaces de entender y valorar nuestra tierra y nuestros productos. Fue una experiencia muy gratificante que reforzó mi pasión por este trabajo.

Trabajamos con grupos reducidos y los llevamos a diferentes zonas de la isla, evitando visitar constantemente los mismos lugares y productores. Esto nos permite apoyar a diferentes bodegas, queserías y otros productores locales. La idea es crear un tejido de colaboración entre todas y todos a la vez que cuidamos nuestra tierra.

Para mí, la clave está en encontrar la combinación perfecta entre pasión y rentabilidad. El amor por la tierra no es suficiente para mantener un negocio, por lo que debemos encontrar formas de hacer que su labor sea económicamente viable y sostenible.

Es importante reconocer el valor de los productores locales y apoyar su trabajo. Descubrir la historia de la tierra, de los productos y de la gente. La historia de nuestra isla.