Desde esta vertiente se observa la Caldera de los Marteles, con menos de 1.000.000 de años de antigüedad. En realidad, esta formación, con unos 80 m. de profundidad y 550 m de diámetro, aproximadamente, es el resultado de una erupción freatomagmática bastante explosiva (al mezclarse la lava del volcán con bolsas de agua subterráneas).
Aquí el sol más radiante da paso a la niebla más densa, en cuestión de minutos, provocado por las condensaciones de nubes en la vertiente húmeda de barlovento y su transformación en la vertiente de sotavento, en cielos despejados (efecto Föhn o Foehn)). La vegetación predominante es el pino canario de repoblación, la retama de cumbre y el tajinaste azul. En el fondo de la Caldera destacan los trazados geométricos de los arados, ya que ha sido una zona tradicional de cultivo.
La fisonomía y paisaje se ve surcado por múltiples caminos y sendas, que transcurren en todas las direcciones, vislumbrando en la vertiente norte los Roques de Tenteniguada y el conocido Roque Grande y, si los vientos alisios lo permiten, La Isleta y la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.