En la linde de los municipios de la Vega de San Mateo y Tejeda, esta degollada definida por las Montañas de la Almagria, al norte, y de las Mejoranas, al sur, es sin duda la que ofrece la perspectiva paisajística más conocida de Gran Canaria.
Enfrente, recortados contra el cielo en una alineación, como posando para ser contemplados, se encuentran los testigos del antiguo volcán que fuera el centro de la isla en una altura insospechada. Esta situación nos revela un Fraile de piedra que vigila el Roque Nublo, junto al que se sienta una rana. En la orilla ya de esta plataforma un rostro de mujer mira al cielo. Su cabellera cae al abismo en el llamado Risco de la Foguera. Más allá, irguiéndose desde el fondo en el corazón de la caldera erosiva de Tejeda, el Roque Bentayga, lugar sagrado para los habitantes originarios de esta isla, como así atestiguan los yacimientos arqueológicos que guarda.
Centenares de miles de años de erosión han arrastrado los materiales a lo largo de los barrancos que surcan esta vertiente, modelando el relieve. Pequeños barrancos confluyen para alimentar el Barranco Grande que morirá en la Playa del Charco: Barranco de Tumba, de Tejeda, del Juncal, del Chorrillo, de Siberio, todos ellos bajan desde las alturas buscando el valle fértil que encontrarán más allá del Morro del Ámbar en la Aldea de San Nicolás.
Los asentamientos de Tejeda, Artenara, La Culata, El Roque y Juan Fernández, ponen su nota blanca en este mare magnum de materiales, colores, formas y texturas, al que contribuye la vegetación de los pinares que aquí y allá desbordan la cuenca y los retamares oscurecidos por el humilde codeso y plateados por los escobones.
Es de obligada referencia en este punto la cita de D. Miguel de Unamuno en La Gran Canaria, por lo que tiene de interpretación visual. Es una tremenda conmoción de las entrañas de la tierra, parece todo ello una tempestad petrificada, pero una tempestad de fuego, de lava, más que de agua.
Todo este territorio forma parte de la Reserva Mundial de la Biosfera de Gran Canaria, declarada por la UNESCO el 29 de junio de 2005.