La Degollada de la Cruz Grande nos ofrece dos vertientes, por un lado, la Caldera de Tirajana y por el otro, la Cuenca de Chira y el Pinar de Pilancones. Encrucijada de caminos, entre los que destaca la Ruta de la Plata, antigua senda por la que transcurría la trashumancia, vinculada también a la Ruta Jacobea, que comunica norte y sur.
En la Caldera de Tirajana, los materiales geológicos más antiguos quedan al descubierto por la erosión, dejando al desnudo Risco Blanco, y perfilando la silueta de los andenes de Rompeserones o la Sepultura del Gigante. Los deslizamientos de materiales geológicos han dado lugar a llanos altos como el Sequero, El Sitio o los Llanos de Madrid. Y al abrigo de los barrancos se nos ofrece los yacimientos arqueológicos de Rosiana, Los Sitios o la Fortaleza de Ansite. A nivel botánico, en el valle fértil y labrado queda la memoria del palmeral que antaño cubrió gran parte de esta cuenca, hoy el pino canario cubre las cotas más altas, mientras que las laderas son refugio de raros endemismos.
En la otra vertiente, el Parque Natural de Pilancones, que ocupa la parte superior del Ayagaures y el Pinar de Pilancones, de un valor paisajístico excepcional con un interesante patrimonio botánico y geológico. El protagonista principal es el pino, seguido del jarón y en menor medida el tajinaste negro. Además esta área se distingue como zona de especial protección para las aves, fundamentalmente por el pico picapinos y la presencia del hábitat del pinzón azul.
Este territorio forma parte de la Reserva Mundial de la Biosfera de Gran Canaria, declarada por la UNESCO el 29 de junio de 2005.
