Mauro & Carmelo
«Mogán es fantástico. El clima, la gente, levantarte y ver este sol. Aquí hemos tenido la fortuna de cumplir nuestro sueño.»
Carmelo y Mauro son el alma del restaurante Mi Vida, rincón único a dos pasos de los embarcaderos del pequeño Puerto de Mogán. Mauro, natural de Milán, y Carmelo, de Gran Canaria, soñaron con una vida juntos, en los primeros años de su relación. Hace poco más de dos años logran hacer realidad su sueño común y ponen en marcha Mi Vida. Su restaurante reparte buenos ratos, con creatividad, buen humor y mucho amor por la cocina.
¿Por qué eligieron Gran Canaria?
Mauro: En realidad, no lo he elegido. Estoy aquí por una decisión un poco fortuita y…por amor. Nosotros nos conocimos en un viaje. Tenía una semana de vacaciones en octubre y quería sol y mar, así que decidí venir a Gran Canaria. Fue la primera vez que vine a la isla y lo conocí a él, que trabajaba en el hotel donde estaba alojado.
Es una historia muy romántica. Durante los 2 años después de conocernos estuvimos de aquí para allá, encontrábamos la fórmula para vernos cada 15 días, más o menos. Pero, llegamos a un punto en el que claro, uno dice «¡Queremos más!». Así que teníamos que tomar una decisión, «o tú vienes a Milán o yo voy a Gran Canaria». Lo pensamos mucho, pero al final a mí me atrajo el sol... Durante estos primeros 2 años como pareja a distancia soñamos mucho. Porque el soñar te hace estar más cerca cuando estás a distancia. Nuestro sueño era una vida juntos.
Carmelo: Con proyectos.
Mauro: Sí, con proyectos que eran más realizables aquí. Proyectos que estaban en el aire, más que un proyecto. Bueno, era un sueño-proyecto que se ha acabado materializando en Mi Vida.
¿Y cómo nace ese proyecto del restaurante Mi Vida?
Carmelo: El proyecto nace con un sueño, que no sabíamos si se iba a realizar o no. En ese sueño él y yo escribimos cosas que nos gustaría hacer si alguna vez tuviéramos un restaurante. Escribíamos cómo nos gustaría que fuera todo, incluso el menú.
Mauro: Sí, cuando estábamos a distancia pasábamos horas con videollamadas. Me acuerdo de empezar la videollamada a la 19:00 y cenar juntos y hablar hasta las 4:00 de la mañana. Hablábamos de todo y empiezas a soñar con hacer cosas, hacer una vida juntos. En mi cabeza siempre estaba el sueño de abrir algo cerca del mar, con sol. Pero, claro, me imaginaba más viejo, más adelante. Nunca lo habría imaginado con 40 años…
Carmelo: Recuerdo que en Milán íbamos a los mercadillos y comprábamos muchas cosas sin saber si iba a pasar. Yo le decía a Mauro: «¡Lo guardamos, por si alguna vez abrimos el restaurante!». De hecho, hay cajitas en Mi Vida, donde llevamos la cuenta y el cambio, que las teníamos guardadas para eso, por si un día teníamos el restaurante.
Estábamos siempre soñando. Y, de repente, un día, él todavía en Milán y yo aquí, le cuento que hay un local por aquí, que lo traspasan. Tenía un precio muy desorbitado, y dije: «Bueno, ya saldrá otro».
Después de eso, seguía buscando de vez en cuando por internet, para curiosear, porque realmente no estaba buscando en serio… Pero seguía apareciendo este local, pero cada vez con el precio más bajo. Hasta que llegó un punto en el que dije: «Voy a hablar, voy a hablarlo porque quizás...». Lo hablé con Mauro y dije: «Quizás esto es una oportunidad para que podamos hacer lo que queremos». Y así fue.
¿Quién es el alma de la cocina?
Mauro: Carmelo se ocupa más de la parte de la cocina; tiene más experiencia. Todos los platos digamos que los ha inventado él. Ahora mismo no se encarga de la preparación, pero él es la cabeza de todo. Y yo me encargo un poco más de las personas fuera.
Carmelo: Por suerte o por desgracia soy yo [risas]. ¡Amo la cocina! Yo me pongo muchas veces a observar desde dentro cómo el cliente se está comiendo el plato, qué cara pone cuando come. Estoy observando qué me estás diciendo con tu cara, ¿sabes? Entonces veo inmediatamente si el cliente está satisfecho o no. Eso es muy importante.
¿Cómo describirían la cocina que se elabora en Mi Vida?
Carmelo: Una cocina enorme [risas]. Es una cocina con sabor, saludable, sana, con mucha textura y muchos sabores. ¿Por qué? Porque nosotros, en nuestra cocina, intentamos elaborar los platos sin grasa, sin natas, sin salsas preparadas. Todo está hecho por nosotros.
En nuestra cocina no verás ni una lata de nada, absolutamente nada. Siempre estamos investigando de qué forma se puede sacar ese plato más auténtico y más saludable. Y las fusiones de muchas cosas. Nos gusta fusionar, jugar con los productos canarios, con los productos mediterráneos, con los productos asiáticos. Que no haya barrera.
Mauro: Sí, sorprender con platos diferentes.
Carmelo: Exactamente. Buscamos eso, la fórmula de que el plato sea lo más saludable posible, evitando todo tipo de grasa animal, y que sea lo suficientemente sabrosa a la hora de comerlo. Que se note, cuando se está comiendo un plato nuestro, que es un plato rico y saludable.
¿Qué platos de su carta tienen más éxito?
Carmelo: Yo diría que un plato estrella de carne, por ejemplo, sería el magret de pato, que está cocinado con una salsa natural de peras al Pedro Jiménez con canela, cáscara de naranja y cáscara de limón. Pero también, algún plato de pescado, como la lubina hecha al vapor envuelta en la hoja de banana, de plátano. Y como entrante estrella…
Mauro: Lo que gustaba más, la milhoja de berenjena con hummus de garbanzo, que lo teníamos como especial, fuera de carta. Pero, gustaba siempre tanto, que lo hemos incluido.
Carmelo: También, la pasta filo de miel de palma. Tenemos el risotto de coco, por ejemplo, que es un plato que sale bastante. En general, nuestra carta está pensada para que todo salga, es decir, en nuestra carta no hay ningún plato que esté muerto.
Mauro: Nosotros diseñamos la carta y vamos viendo que se come y que no se come la gente y, con el tiempo, la hemos ido afinando y quitando lo que salía menos. Pero, la verdad es que todos los platos salen y gustan.
¿Qué productos de la isla les gusta sumar en carta?
Mauro: Mango, aguacate de Mogán, porque están superricos.
Carmelo: Queso canario, cien por cien de cabra, somos fanáticos; entra mucho en nuestros platos. Nuestra papaya, también entra mucho, como en el risotto de papaya, por ejemplo. Como especial solemos poner morcilla en el horno con pasta filo con una vinagreta de mostaza, nuestro mojo canario hervido. Usamos el calamar también, el chorizo de Teror; hacemos nuestras hamburguesas de Angus con chorizo de Teror. Y utilizamos los suspiros de Moya. Sí que utilizamos bastantes productos de la isla.
Actualmente ¿quién forma el equipo del restaurante?
Carmelo: Somos 8 en total y el perro, Marcelo, que es el verdadero jefe de Mi Vida [risas].
¿Cómo dirían que es el cliente tipo de Mi Vida?
Mauro: Yo creo que nuestro cliente-tipo es alguien curioso.
Carmelo: Gente curiosa, bohemia. Abierta, muy abierta. De todas las edades y tanto nacionales como extranjeros.
¿Tienen muchos clientes fieles?
Carmelo: Sí, extranjeros residentes, canarios. De Las Palmas de Gran Canaria, de todas las partes de la isla. Estamos muy contentos por esa parte.
Mauro: Sí, a mí me hace muy feliz porque, a veces, hay clientes que de alguna forma acaban siendo como amigos. Yo extraño mucho a mis amigos de Italia, amigos de toda la vida y, a veces, cuando ves que una persona viene y viene más veces, se crea una especie de intimidad, y luego también una amistad y eso te da mucha satisfacción.
¿Recuerdan el día de la apertura? ¿El primer día?
Carmelo: Yo sí lo recuerdo. Hicimos 5,20€ de caja [risas]. Realmente no fue el día de la apertura oficial. Abríamos un 4 de diciembre de 2019 y, unos días antes, aunque todavía no habíamos terminado de hacer todo, la gente quería entrar a sentarse. Entonces, un día antes de abrir le digo a Mauro: «Bueno, ¡ya hoy hemos terminado todo!». Eran las 18:00 de la tarde o una cosa así y le digo: «¿Por qué no abrimos?». La cocina todavía no estaba preparada para ese día, pero abrimos solo para bebida. Y lo que hay, pues hay. Hicimos como 5,20€ o algo así.
Mauro: Del día de la apertura real, recuerdo a la primera señora que entró a nuestro restaurante. Recuerdo que se sentó en mi silla preferida. Porque nosotros tenemos todas las sillas diferentes y se sentó en la silla que era mi favorita en ese momento, una silla muy bonita, y me dije «¡Qué bien!». Y todavía tengo muy presente a esa señora.
Mauro, y ¿a qué te dedicabas antes de vivir en Gran Canaria?
Mauro: A una cosa totalmente diferente. Era un gran cliente de la restauración, porque frecuentaba restaurantes prácticamente todos los días, pero nunca había trabajado en la hostelería. Antes tenía una vida muy diferente. Tuve una agencia de modelos de niños durante 10 años, con grandes resultados. Trabajamos con grandes marcas, con los mejores del mundo y en pocos años, formamos una agencia de moda muy importante. Era muy gratificante, estaba feliz, pero no al cien por cien.
Para mí la hostelería es una experiencia totalmente nueva, muy bonita. Ahora, me encanta lo que hago. Soy mucho más feliz que antes, más sereno.
¿Cómo ha cambiado tu vida desde que te mudaste a Gran Canaria?
Mauro: Mi vida ha cambiado totalmente. Ahora trabajo muchas más horas que antes, pero estoy más feliz. Nosotros pasamos 14 horas al día dentro del restaurante, no tenemos una vida privada por el momento. Es cierto que físicamente estoy mucho más cansado, pero de cabeza estoy libre.
Es un poco absurdo, porque uno piensa siempre que cuanto más se trabaja, más cansado se está y más infeliz, pero para mí es lo contrario. Es un trabajo físico, que me cansa mucho. Me ha quitado mi tiempo libre, pero no sé por qué, yo soy mucho más feliz aquí. Con menos tiempo, pero más calidad.
¿Crees que el entorno influye en eso, el estar en Gran Canaria, en Mogán?
Mauro: Sí, absolutamente. Yo me enamoré de esta isla desde el primer momento que estuve aquí. Cuando he viajado, he visitado lugares que me han parecido más bonitos que Gran Canaria, estéticamente. Pero, aquí hay una energía positiva que yo personalmente no he encontrado en ningún lugar. Siento una vibración superpositiva en la isla
¿Por qué eligieron Mogán? Carmelo, ¿tú ya vivías aquí?
Carmelo: Sí. Aparte de que vivía aquí, para mí Mogán es uno de los rincones de la isla que tiene algo tan especial que, aunque Gran Canaria en general tiene muchos lugares bonitos, para mí Mogán es fantástico. El clima, la gente, levantarte día a día y ver este sol. Además, hemos tenido la fortuna de cumplir nuestro sueño aquí, en Mogán. Entonces, todo se ha enlazado.
¿Qué creen que busca el turista que viene a Gran Canaria de vacaciones?
Carmelo: Buscan sol, playa, gastronomía, bienestar, relajarse, turismo rural… Hay muchísimas posibilidades.
Mauro: Yo creo que la gran fortaleza de esta isla es el clima, que no cambia durante el año. Es siempre el mismo, y en Mogán más, hay sol prácticamente 365 días al año. En invierno, toda Europa tiene frío y Canarias tiene calor, es donde la gente viene para tomar luz natural. Esa es la gran fortaleza de Canarias: la luz, el sol y el tiempo tan bonito que tiene.
¿Qué les gusta hacer en el tiempo libre?
Mauro: ¿Qué tiempo libre? [risas].
Carmelo: No tenemos tiempo libre porque el día que libramos siempre hay que hacer algo.
Mauro: Y más ahora, que hemos decidido abrir La Pasión, un segundo restaurante… Entonces, imagínate, en los últimos meses, como trabajamos 6 días a la semana y descansamos uno, el único día libre lo dedicamos al otro restaurante.
Y ¿qué nos pueden contar de La Pasión, su nuevo restaurante?
Mauro: Es aquí, también en Mogán, en una placita. Está muy cerca, la gestión será más fácil porque estamos cerca y podemos ir a un lado y a otro. Estamos muy felices porque es un concepto totalmente nuevo, diferente.
Carmelo: Bueno, es todo un poquito de fusión siciliana con puntos canarios.
Mauro: Va a ser un restaurante, en teoría, italiano, pero no el clásico italiano que todo el mundo conoce, porque la cocina italiana es muy compleja. De una región a otra varía muchísimo. Entonces, queremos traer aquí un poco de esos platos más desconocidos y fusionarlos siempre con el lugar en el que vivimos, porque nos gustan las fusiones.
Y si tuvieran tiempo libre ¿qué harían?
Carmelo: Si tuviéramos tiempo libre: dormir, dormir, dormir [risas]. Es broma, yo hay momentos en los que me apetece coger el coche con Mauro y Marcelo, el perro, y buscar lugares de la isla que él no conoce y que me gustaría llevarlo.
¿Hay algún rincón de Gran Canaria que recomendarían?
Carmelo: Arinaga me parece un rincón muy agradable. El paseíto, comer por la zona y ver como rompen las olas… También me gusta mucho la zona de San Felipe o la puesta de sol desde Sardina del Norte.
Mauro: Yo puedo ser más obvio, para mí la Playa de Maspalomas es una maravilla.
La primera vez que fui, recuerdo que tenía mi música, estaba totalmente solo, descalzo y me puse a andar, andar y andar por esa playa que nunca terminaba. A la izquierda las dunas y a la derecha el mar bravo, desenfadado, así tan natural. A mi me encantan las olas, ver el mar; me relaja mucho. Y andar con la música por esa playa es una de las cosas que me ha hecho enamorarme de la isla.
Y han pasado ya 4 años, pero recuerdo perfectamente que me cruzaba con gente de todo tipo y nadie miraba a nadie. La viejita o la familia con niños pasaba al lado de una pareja transexual, homosexual, lesbiana o gay, que se besaba o iba de la mano, y a nadie le importaba, nadie miraba.
Yo pensaba «¿Cómo puede ser que en Milán, que es una ciudad tan cosmopolita, si dos chicos se dan un beso por la calle, todo el mundo se da la vuelta para mirarlos porque parece extraño aún en 2021, y aquí, en una isla pequeña, dos chicos se dan un beso y la viejita de 90 años o la pareja con la niña de un año no se da la vuelta porque es la cosa más normal del mundo?».
A él se lo digo siempre. Es de las cosas que me han hecho enamorarme de esta isla: la libertad que tiene.
¿Qué otros restaurantes o locales de la isla aconsejan visitar?
Mauro: Aparte de Mi Vida…
Carmelo: Hay uno al que no lo he llevado todavía, en Vegueta: Casa Montesdeoca. Me gusta mucho y está precioso. Otro restaurante que nos gusta y al que hemos ido es el Valle de Mogán, en el pueblo de Mogán. Tiene una fusión de comida canaria-tailandesa. El entorno de ese restaurante es muy agradable.
Mauro: ¡Tiene una vista preciosa! También, nos gusta La Cucina en Maspalomas, de dos chicos italianos. Es un restaurante muy pequeño. Cuidan mucho los detalles, la cocina es muy buena, muy rica y fresca.
¿Cuál es su estación favorita en Gran Canaria?
Mauro: Antes de conocerlo a él, era el verano. Pero cuando lo conocí me dijo: «¿El verano? ¡Yo odio el verano!». Yo, claro, soy italiano, y para mí el verano era libertad, era sol, era luz, porque en invierno hace superfrío. Ahora que vivo aquí comprendo por qué odia el verano, porque en verano hace mucho calor, pero ¿qué pasa?, que las cosas bonitas que tiene el verano aquí las tienes también en invierno, pero con menos calor.
Ahora, el invierno es el momento del año que prefiero en la isla, porque los colores son diferentes. En invierno todo es más luminoso, más verde, el atardecer en octubre y noviembre es muy bonito.
Para mí, noviembre siempre ha sido el peor mes del año, el más triste. Pero aquí, es el mes más bonito. ¡Cómo puede cambiar la vida! En noviembre aquí hay un atardecer con colores mágicos: el rosado, el azul, el violeta, el naranja. Y yo, aunque no soy mucho de atardeceres, me paro a verlo y me encanta.
¿Con qué tres palabras describirían la vida en Gran Canaria?
Carmelo: Armonía, felicidad y bienestar.
Mauro: Yo pienso en Gran Canaria y, sí, pienso en bienestar, bienestar del alma; tranquilidad, libertad y felicidad: es una isla feliz. Ahora entiendo por qué la llaman «la Isla Afortunada».
¿Se ven en Gran Canaria en 10 años?
Mauro: Yo me veo en Gran Canaria en 10 años como mi punto de referencia, como mi casa. Pero no me veo haciendo este trabajo. Me encanta mi vida de ahora, pero, porque sé que va a ser por un tiempo limitado. Ahora sacrifico parte de mi vida privada por un sueño. En 10 años, espero hacer lo que más me gusta, que es viajar. Tener un punto de referencia, que puede ser este y Milán, pero viajar mucho.
Carmelo: Sí, seguiremos siempre vinculados a Gran Canaria.