No sabemos quién los presentó, de quién fue la idea. Pero era obvio que las fiestas de Carnaval y el buen tiempo del sur de Gran Canaria estaban hechos el uno para el otro.
Los escépticos se preguntarán: ¿Pero es acaso Maspalomas el único lugar donde celebran el Carnaval a salto de playa? Pues no, claro que no. Pero sí que es difícil encontrar un lugar donde el sol, las playas, y las fiestas más locas del calendario anden en tan buena armonía.
Porque el sur de Gran Canaria debe estar entre los lugares con mejor clima del espacio europeo. Fabricado por un sastre, como hecho a medida. Como si alguien hubiera decidido poner en el mapa una pequeña república del buen tiempo.
Y encima, ocurre que en el mes de marzo, cuando has decidido que ya está bien de frío, ves de repente que el Carnaval ha viajado contigo a la playa, a cualquiera de las muchas playas que cubren la costa que bordea el sur de la isla, desde Meloneras a San Agustín.
Lo entiendes ya el primer día de vacaciones, cuando te topas con una drag queen de casi dos metros tomando un taxi, con bañistas disfrazados de spiderman en el bar del hotel y con otras estampas sin explicación fuera del extraordinario período carnavalero.
Es por eso que el día en que el Carnaval conoció Maspalomas no se lo pensó dos veces. Se dijo que allí se quedaba. Vio el largo campo de dunas junto al océano. El sol. El mar que llegaba a todas partes. La música que bailaba por las calles de Playa del Inglés...
¿Pero cuál es el secreto de la pareja? ¿Por qué se llevan tan bien el Carnaval y las playas de Gran Canaria?
Pues el secreto no es otro que una corriente que cruza la isla de forma casi imperceptible. Es el espíritu de vive y deja vivir, que lo impregna todo y que hace que el Carnaval haya jurado a Maspalomas que cada mes de marzo va a ser mejor que el anterior. ¡Tienes que venir a verlo!