Territorio vertebrado en torno a un impresionante paisaje, la Cuenca de Tejeda —en torno al que también se articula el espacio Patrimonio de la Humanidad de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria—, quesos y buen vino son dos productos singulares con los que hoy podemos señalar al municipio cumbrero de Tejeda. Con el pueblo situado a poco más de mil metros de altitud, no lo debemos confundir, 500 metros más arriba, con el parador y parada que es la Cruz de Tejeda.
Pero hay una palabra que designa a un alimento (que algunos han definido como «el fruto seco más beneficioso para la salud humana»), que pronunciarla en esta isla nos traslada enseguida a estas tierras: «almendra».
Pero hay una palabra que designa a un alimento (que algunos han definido como «el fruto seco más beneficioso para la salud humana»), que pronunciarla en esta isla nos traslada enseguida a estas tierras: «almendra».
Si preguntamos en Gran Canaria qué hay en Tejeda, nos dirán «almendreros» (así llama el isleño al almendro), aunque el paisaje de la cumbre tenga una riquísima flora endémica canaria. Y si le preguntamos qué podemos comprar en Tejeda, dirá «bienmesabe de almendra»; incluso se podrá extender un poco más a «polvorones de almendra», «almendras rellenas» y algunas cosas más con el nombre de tan ilustre fruto seco como ingrediente, invitado habitual en las mesas navideñas de los habitantes de la isla.
Y no lo hemos citado aún, pero no nos habíamos olvidado: el mazapán o «mazapán de Tejeda». Lo hemos reservado para dedicarle unas líneas más extensas. En el siglo XX, cuando se sembraba el llamado «millo tardío», en septiembre, era normal que las muchachas del pueblo fueran a lo que se llamaba «recoger almendras pagas», en fincas donde dormían sobre retamas en una cueva cuatro o cinco días.
De este modo, la familia que tenía almendreros o conseguía las almendras por trabajar en tierras de quienes tenían, acostumbraban a elaborar en casa sus propias tortas de almendra cocinada y molida, mezclada con una cantidad similar en peso de azúcar, que llevaban a cocinar al horno de la dulcería del pueblo: el mazapán.
Con una pujante gastronomía que se percibe en el nivel de la cocina y la presencia de producto local en los restaurantes y pastelerías de su —así reconocido a nivel mundial— bello casco histórico, Tejeda también puede presumir de auténticos vinos de altura: por su calidad (premiada), por sus uvas (varietales canarios) y, naturalmente, la altitud a la que se sitúan sus viñedos (por encima de los mil metros).