Este mirador se encuentra en el borde occidental del Macizo de Amurga, mirando hacia el Barranco de Fataga. Este barranco esta excavado en coladas de rocas fonolíticas, que en el vértice de Amurga puede alcanzar los 500 m de espesor. Estas potentes coladas corresponden a las últimas fases del primer ciclo volcánico de Gran Canaria, habiendo sido emitidas hace entre 12 y 11 millones de años atrás. Las fonolitas son muy utilizadas para la elaboración de hormigones y firmes de carreteras, de ahí la existencia de algunas canteras como la que observamos en el Barranco de Fataga.
Este mirador nos permite observar una imagen típica de la vegetación semidesértica que caracteriza las zonas bajas de Canarias: el tabaibal-cardonal. La tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera) que lo caracteriza, produce un látex poco urticante que una vez seco se utilizaba a modo de goma de mascar; la otra especie dominante, el cardón (Euphorbia canariensis), de aspecto cactiforme y látex muy urticante, ha jugado un papel importante en el mantenimiento de la biodiversidad, porque en su interior pueden prosperar plantas que, de otro modo, hubieran sido comidas por el ganado pastoreado secularmente en este ecosistema.
En el paisaje del fondo del barranco destaca la palmera canaria o palma (Phoenix canariensis) que igualmente corresponde a la vegetación original del barranco y sus inmediaciones.
Entre las singularidades botánicas que habitan estos riscos se encuentra el drago grancanario (Dracaena tamaranae), una rareza botánica no encontrada en ningún otro lugar.
Desde el punto de vista arqueológico destaca la Necrópolis de Arteara, con cistas funerarias ubicadas sobre el depósito de rocas procedentes de la caída de un gran risco.
A partir de la cota de los 300 m.s.n.m. todo el territorio de esta zona forma parte de la Reserva Mundial de la Biosfera de Gran Canaria, declarada por la UNESCO el 29 de junio de 2005.
