Se trata de una de las playas más populares y acogedoras del municipio. Además, cuenta con una charca en su extremo sur, que a modo de piscina natural es una delicia para los niños y niñas que a diario dan sus primeros pasos y "margullos" en el cristalino mar que se disfruta en Salinetas.
Presenta una extensión de unos 250 metros lineales. De arena clara y fina, su forma se asemeja a la de una preciosa concha abierta. Debido al crecimiento urbano ha quedado al "socaire" de los vientos predominantes. Tiene zonas de restauración, baño adaptado, zonas reservada de aparcamiento para personas con movilidad reducida (PMR) y duchas adaptadas. Asimismo, está dotada de servicio de socorrismo durante la temporada alta, los fines de semana y festivos en temporada baja. En los últimos años ha sido galardonada con la Bandera Azul de la Fundación para la Educación Ambiental en Europa (FEE) al reunir los requisitos explícitos de servicios.
Cabe mencionar que al oeste de esta playa se encuentra la Finca de Las Salinetas, que en la década de los años 80/90 del siglo XX se hizo famosa por las naranjas de ombligo que producía, las cuales llegaron a tener reconocimiento en toda la Isla, hasta el punto de que fueron de las primeras naranjas en llevar un sello propio (en tinta azul, "Finca Salinetas"). Antes de la edificación de la iglesia en Clavellinas, erigida en la década de los años 40 del siglo XX, los feligreses (marinos y veraneantes) acudían a la misa dominical en la Finca de Las Salinetas, donde aún existe una ermita oratorio en honor a San Diego de Alcalá y nuestra Señora de la Salud, levantada por la familia Martínez de Escobar, tras la peste de cólera morbo ocurrida en el verano de 1851 (referencias tomadas del cronista oficial de Telde, Antonio María González Padrón).
Texto: Álvaro Monzón (escritor medioambiental)